Ayer estuve en El matí de CatRàdio (estudios de Madrid) en la tertulia de Mònica Terribas, en donde se siguió y comentó la comparecencia de Mas ante el TSJC. Compartí espacio con Monserrat Nebrera, Joan Queralt y Saül Gordillo, en Barcelona, y Cristina Villanueva, en Madrid. Aprendí mucho de sus observaciones y pudimos contemplar y escuchar la declaración de Mas a su salida del edificio del tribunal.
Todavía no he escuchado reacciones articuladas al contenido de lo expuesto por el presidente en funciones. Sí a aspectos colaterales o previos, como la manifestación de apoyo a Mas, en la línea habitual de inaceptable presión, según Rajoy o ataque frente al que se emplearán todos los medios para preservar la independencia judicial, según la fiscalía. Línea habitual española de atender a la forma, no al fondo, y lanzar amenazas porque es lo borgoñón. El adjetivo inaceptable es favorito de la derecha y el substantivo ataque casi blasón. Todo cuanto no haga o diga ella es casi seguro un inaceptable ataque. Ruido habitual de la España profunda, sin mayor interés.
Sería bueno que alguien comentara las palabras de Mas, su versión de los hechos, sus explicaciones y declaración de intenciones. Pero no se dará. Los españoles no entienden el catalán. Si acaso se reproduce algo que suene especialmente brusco, como esa genial y alarmista especulación de El País de que Mas está dispuesto a desobedecer la ley si lo inhabilitan por el 9-N, que lo saben ellos de muy buena tinta. El resto, inaceptable ataque en forma de editorial perfectamente prescindible llamado Algarada institucional, algo peligrosamente cercano ya al profundo concepto de algarabía, con el que Rajoy despacha lo que no le gusta, que viene a ser todo al norte del Ebro.
Siendo así, tampoco se lo comentaremos nosotros. Que se informen por su cuenta, si es que saben.
La declaración tiene dos efectos claros, uno externo y otro interno. El externo es resultado de la fantástica ineptitud del gobierno central al dar al independentismo una plataforma para dirigirse al mundo y seguir internacionalizando el conflicto. En una fecha especialmente simbólica que añade carga sentimental al mensaje transmitido y hace a Mas continuador de la tarea por la que Companys dio su vida.
El interno: los amigos de la CUP, a quienes ya quieren ilegalizar, tienen más difícil seguir negando la investidura al presidente en funciones. Modestamente la anunció Palinuro el 30 de septiembre en un post titulado Presidente por imputación. A Mas lo hace presidente la ciega obstinación de la derecha en encarcelarlo. Viene ahora, según teme El País, la posibilidad de la desobediencia. Los de la CUP lo tienen crudo.
Algo va quedando meridianamente claro: Cataluña está en una dinámica política distinta de la española. Cada vez más distinta. Los españoles no parecen enterarse, pero la CA catalana evoluciona hacia la independencia a velocidad creciente.