dijous, 13 d’agost del 2015

La estructura del saqueo.


España es un verdadero lodazal de corrupción, robo, saqueo, estafa. Lo sabe todo el mundo. Los comentaristas subrayan una y otra vez que la corrupción ha pasado a ser la segunda preocupación de los españoles, pueblo acostumbrado a que los gobernantes le roben. El hecho de que estos, encabezados por un presidente acusado de haber cobrado sobresueldos de procedencia dudosa, no se den por enterados y no expliquen nada no quiere decir que la conciencia ciudadana no hierva de indignación. Si ahora se sabe que la señora Cifuentes, desenvuelta motera. también tenía relaciones con la trama Púnica a saber de qué tipo ello puede indignar algo más a la opinión pública pero, desde luego, nadie que no viva en Babia podrá decir que no se lo esperaba, tratándose de una gobernante del PP. Forma parte del gran fresco español de la corrupción más descarada que se ha manifestado durante esta legislatura. Es una realidad tan fabulosa por lo compleja, abigarrada y general que resulta difícil de entender a simple vista. Se hace pues necesaria una pequeña guía que exponga los tres niveles en que se mueve la gran mole del latrocinio español.


Los gobernantes en todos los órdenes de la administración del Estado y salvas las consabidas excepciones, han montado una verdadera industria de saqueo y expolio del erario. Hay cientos, quizá miles de ministros, presidentes, consejeros, diputados, concejales y cargos públicos, investigados, imputados, acusados, procesados y hasta condenados. Y muy pocos, poquísimos, en las cárceles, que siguen llenas de rateros e inmigrantes porque la clase política cleptocrática no quiere competencia ni siquiera de baja monta. Para organizar esa actividad industrial, esos cientos, miles de políticos y cargos se han valido de tramas como la Gürtel o la Púnica (que también trabajaban al alimón) repletas de delincuentes empresarios o empresarios delincuentes, dedicados todos a saquear el país haciendo como que lo gobiernan, con contrataciones fraudulentas y trucadas, cohechos, sobornos, recalificaciones delictivas.

La correa que mantiene en funcionamiento esta industria del expolio es el partido político, el Partido Popular, que no es un verdadero partido político sino una especie de asociación para medrar. El PP es el que proporciona los cuadros y mandos que posibilitan la operación de saqueo porque es el que conecta las tramas delictivas o empresariales con los órdenes políticos y administrativos en donde se toman las decisiones que les llenan a todos los bolsillos. Eso es lo que explica que el PP tenga 800.000 afiliados mientras que el PSOE, partido más que centenario, solo tiene 200.000. Ser del PP es un negocio, casi una lotería y probable garantía de un puesto para toda la vida. Dentro de la burocracia del partido (en donde se cobran sueldos y jugosos sobresueldos) y, con un poco de suerte en la burocracia del Estado, ese que quieren desmantelar, con el correspondiente enchufe. Para verlo basta considerar la carrera de casi todos los dirigentes del PP, tengan o no títulos superiores o incluso aunque no tengan título educativo alguno: pueden pasar años a sueldo del partido y/o de las administraciones públicas, sin haber ejercido su profesión jamás (si es que la tienen) ni trabajado en nada fuera de la política: el mismo Rajoy, Báñez, Arenas, Ruiz-Gallardón, Aguirre, etc., todos miembros de la Nomenklatura pepera que, diga lo que diga Aguirre, se parece más a la práctica soviética que los círculos de podemos. Tod@s llevan decenas de años de políticos profesionales al servicio del PP con dineros públicos y tod@s proclamando por orden de los empresarios que hay que desmantelar lo público. Que los dioses se apiaden de ellos. Ser del PP es garantizarse el robo permanente, el puesto de por vida, de esos que quieren negar a todos los demás, siempre por orden de los empresarios

Esto lleva al tercer nivel, allí donde la ideología y el discurso se convierten en políticas prácticas. El nivel político por excelencia. Provisto de equipaje ideológico somero que exponen sus ideólogos con su habitual primitivismo conceptual (el libre mercado, la desregulación y, por supuesto, el cuento de que la privatización de lo público redunda en beneficio general), el gobierno, la banda del partido, que es una recomposición del Movimiento Nacional, otra organización para robar, aplica su programa máximo, consistente en enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres y, en tiempos de crisis, hacer que sean estos quienes paguen la recuperación de aquellos, incluso quienes les faciliten una acumulación ampliada de capital. Los 40.000 millones que ha recortado a las políticas de empleo y atención a los desempleados, más los 40.000 que ha hurtado del fondo de pensiones (ese que no iban a tocar porque los pensionistas no pueden defenderse) más lo que han sisado y sustraído en dependencia, educación, sanidad, atención a la infancia, defensa de género, dependientes, es con lo que han pagado los 40.000 millones de la banca, los 11.000 millones de la Iglesia, los 4.000 de las autopistas más todos los agujeros de su desastrosa gestión. Se añade la necesidad de tapar sus casi infinitos pufos bien en concepto de fondos apropiados, de inversiones fraudulentas o malversaciones.

Esta claro que esta banda está dispuesta a hacer lo que sea para no perder su situación. Lo que sea.