Por una vez, Palinuro titula con un préstamo. Eso de "Rapiña de sobresueldos" es el editorial de El País de hoy, último día de este año 2014. En él se valoran los comportamientos presuntamente delictivos de los dos presidentes de Caja Madrid en su día, Blesa y Rato, que eldiario.es describe con detalle. Por supuesto, la acostumbrada historia de chanchullos y mangoneos para que un puñado de sinvergüenzas, en cuyas manos estuvo la gestión de una de las primeras entidades de crédito, se forrara supuestamente y se diera la supuesta vida padre a costa de la quiebra de la entidad y la ruina no supuesta sino muy real para mucha gente.
Editorial y portadas de los medios del último día del año. Da que pensar.
En realidad, la clave está en la expresión de sobresueldos. La palabra que califica el gobierno de Rajoy y la práctica de su partido durante veinte años. El PP es el partido de los sobresueldos, empezando por su presidente y hoy presidente del gobierno español. Cientos de miles de euros de sobresueldos cobrados por gentes que, a su vez, tenían un sueldo por el cargo que desempeñaban. Desde Aznar hasta Arenas, pasando por Cospedal, Rajoy, Sáenz de Santamaría, Bárcenas, Hernando y toda la plana mayor del PP viviendo a costa de los españoles por partida doble.
La práctica de los sobresueldos estaba tan extendida que en un primer momento se reconocieron sin ambages. Rajoy defendió en el Parlamento su licitud sosteniendo que, como en todas las empresas, se pagaban complementos por productividad, incluida, se entiende, la suya. Era normal, era lógico, que el partido pagara un complemento a sus cargos electos por razón de dedicación y productividad y, se decía, la cuestión era que se tributara a Hacienda. Era tan extendida la corruptela que no se consideraba tal. Sin embargo, lo era. Al margen de las cuestiones que se planteaban respecto a la vigente Ley de Incompatibilidades, está el hecho de que un partido no es una empresa y, financiándose casi por entero con cargo al erario, tampoco puede hacer con el dinero lo que le venga en gana. La prueba es que debe rendir cuentas ante un órgano fiscalizador, el Tribunal de Cuentas. Otra cosa es que las rinda, que las que rinda sean ciertas o que el propio órgano sirva para algo y no esté necesitado a su vez de fiscalización.
Poco a poco, la opinión sobre los famosos sobresueldos fue cambiando. Se seguía manteniendo su legalidad pero se admitía implícitamente su inmoralidad. En algunos casos, esa inmoralidad era casi burla sangrienta, como cuando Rajoy se negó a responder a una pregunta directa sobre su sueldo en un programa de televisión, sabiendo que era de escándalo. O cuando este mismo desaprensivo personaje respondió a un ciudadano que le preguntaba por su salario asegurándoles que tenía los problemas de cualquier otro y que miraba sus cuentas a fin de mes cuando ingresaba por encima de 200.000 euros anuales. Los sobresueldos que se embolsaban estos pintas eran tan inmorales que no podían confesarse en público.
Así que dejaron de justificarse, incluso se ocultaban, dejó de hablarse de ellos. No se admitían preguntas, se interponía el plasma, se daban respuestas propias de jayanes tabernarios: "ya tal", "sí, hombre...", etc. Pero ese silencio duró muy poco porque enseguida empezó a vincularse el devengo de estas cantidades con la existencia de una caja B en el PP. Ciertamente, el partido y su presidente varias veces han negado la existencia de tal caja B. Pero el juez la da de hecho por probada en el curso de sus investigaciones sobre los papeles de Bárcenas y la Gürtel, entre otras. Una caja B nutrida del saqueo de las arcas públicas, de comisiones, mordidas, dinero muy sucio, de origen supuestamente delictivo pero con la que se pagaron obras en negro hasta de la sede del PP en Madrid, siendo responsable último de este latrocinio el principal perceptor de los sobresueldos, Rajoy.
O sea, no solo hubo sobresueldos, sino que estos pueden ser de procedencia ilícita. En qué grado es cosa que se verá, pero esa fórmula empleada por el juez respecto a la ministra Mato de "partícipe a título lucrativo" de un presunto delito, quizá pueda aplicarse asimismo a los receptores de sobresueldos de dineros irregulares, incluido el presidente del gobierno. Máxime si se tiene en cuenta que el mismo juez imputa esa participación también al partido en su conjunto. Y el partido en su conjunto tiene una cabeza visible y, cuando menos, políticamente responsable, que es su presidente.
"Rapiña de sobresueldos" no es solamente la nueva desvergüenza con la que los españoles van a inaugurar el año en el que se les promete salir de la crisis pero todo apunta a que, una vez más, no será verdad. Es la condición del PP hace veinte años y eso explica muchas cosas. La principal, que el PP es una asociación de presuntos malhechores que utilizan la política para su medro personal. Sueldos, privilegios, bicocas y, encima, sobresueldos. Ser miembro del PP es un chollo. Muchos de sus dirigentes sobresoldados llevan diez o veinte años viviendo de la política a costa de los ciudadanos y, si tuvieran que ganarse la vida por su cuenta, lo tendrían crudo. Se entiende que sus dirigentes y cuadros no defienden ideas, principios, criterios, políticas. Defienden sus intereses, su bolsillo, sus chanchullos, su parasitismo del erario, se cubren entre ellos, se ayudan, utilizan el partido para obstaculizar la justicia, eliminar pruebas, quedar impunes. No, definitivamente no es un partido sino que más parece una partida de ladrones, por cierto bendecida por la Iglesia a la que reservan su mordida.
"Rapiña de sobresueldos" en el país de los infrasueldos.
Feliz 2015.