Esto de Ucrania está que arde. Otra vez se incendia una parte del mundo eslavo, y una que tiene frontera con Rusia y Belarús, pero también con Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldavia. La frontera oriental exterior de Europa y lo que los rusos acostumbran a considerar el cuasi extranjero. Otra vez empiezan los europeos comunitarios a ponerse nerviosos y los Estados Unidos a lanzar advertencias, consejos y alguna bravata. Ya empiezan a llover las sanciones y se incuba un ánimo intervencionista. Pero aterrorizado, porque Ucrania no es la antigua Yugoslavia, está pegando a Rusia, es el corazón del antiguo imperio de Kiev y uno de los miembros de la Comunidad de Estados Independientes. Los pasos siguientes bien pueden ser una bronca comunitaria, alguna metedura de pata de los yanquis o cualquier embrollo de las Naciones Unidas en un baile de propuestas y vetos.
En teoría, el movimiento opositor, una especie de prolongación radicalizada y mucho más violenta de la revolución naranja, que se hace llamar Euromaidan exige una mayor integración de Ucrania en la Unión europea, a lo que el presidente Yanukovich se opone. El resultado de este conflicto son esas batallas campales de extraordinaria violencia. La autoridad recurre a los medios represivos más bestiales, incluida, al parecer, la acción de francotiradores y los manifestantes no se quedan muy atrás en punto a agresividad. Hay heridos por ambos lados y muertos que se sepa solo del lado de los manifestantes. La peor parte parecen llevarla estos. Pero la situación es muy confusa y corre todo tipo de rumores sin que las informaciones dejen muy claro si cabe pronunciarse por uno u otro bando. La negativa de Yanukovich se atribuye a su querencia eslava y su rusofilia, a pesar de que se lleva mal con los rusos. Pero ya hay mucha gente mirando de reojo a los Estados Unidos a los que acusan de financiar a la oposición con el consabido ánimo desestabilizador de los gringos
Por eso tiene un valor extrordinario el twitter de Alberto Sicilia, Principia Marsupia, alojado en Público.es que está tuiteando directamente desde Kiev. En tiempo real. Con comentarios e informaciones del momento y abundancia de imágenes. Es el signo de los tiempos. Los diez días que conmovieron el mundo vienen hoy en mensajes de 140 caracteres. Pero directamente, en tiempo real. La mediación literaria ha desaparecido. Sicilia, cuyo valor es innegable, lo fotografía todo. Hasta los impactos de las balas que le pasan cerca. Transmite, vaya si transmite, un clima, una situación, un riesgo, un destrozo, una explosión, de modo inmediato, directo. Y la imagen es de caos y más confusión.
Cuando las cosas se lían, merece la pena indagar en la personalidad de los responsables. Es obligado un vistazo a la biografía del presidente Yanukovich permite hacerse una idea de qué clase de persona es quien da las órdenes, quien toma las decisiones. Este hombre ha sido de todo: delincuente, miembro del Partido Comunista de la URSS, gobernador, presidente del gobierno y de la República de la Ucrania independiente (que es un Estado semipresidencialista), falsificador y aficionado a unos pucherazos electorales tan clamorosos que se los anula el tribunal supremo y predispuesto a tomar medidas contra la oposición propias de un autócrata. Sin negar la capacidad de cambio del ser humano, tiendo a suponer que una persona así es capaz de concebir una ley mordaza tan dura como la que está preparando Fernández Díaz. Y, qué quieren ustedes, por mis prejuicios me inclino a pensar que alguien con esta biografía puede desplegar francotiradores por la ciudad para aterrorizar a la población.Y provocar un baño de sangre.