Ni un día sin un hurto, una estafa, un fraude. Millonarios. Gente llenándose los bolsillos con millones de euros de las arcas públicas en un país con un salario mínimo de 645,50 €, con millones de mileuristas y ni-mileuristas, con pensionistas de magra pensión, desempledos sin seguro, con subsidios de hambre. Los ministerios, las consejerías, los ayuntamientos, las fundaciones, los partidos, los sindicatos, la patronal. No hay institución en la que se manejen dineros públicos en donde no se robe a mansalva. Es una situación que ningún país civilizado puede soportar.
Sin embargo, en España no sucede nada. El gobierno está tan atorado en la corrupción generalizada como el partido que lo sostiene y más parece que está hundiéndolo. Según los papeles de Bárcenas, entre 2004 y 2011 la actual vicepresidenta del gobierno cobró 600.000 euros en sobresueldos. O sea, entre el hoy presidente y la hoy vicepresidenta se llevaban un pellizco para casa mensualmente. Y eso en los tiempos duros de la crisis. ¿Cómo va un gobierno presidido por dos presuntos cobradores de sobresueldos a perseguir en serio la corrupción?
Leo en un artículo de Ignacio Sánchez Cuenca, "Cariño, no es lo que parece": el PP y el principio de la realidad, leo, digo, que el PP es un partido político, pero también es algo más: es una trama criminal y mafiosa, con doble contabilidad, sobresueldos en negro y un tráfico fluido de favores y dinero entre empresarios y políticos. Cierto, muy cierto. Es lo que viene diciendo Palinuro hace meses: una asociación de malhechores disfrazada de partido político. Presuntos, por supuesto.
El régimen del 78 ha devenido en una especie de cleptocracia, administrada por las oligarquías partidistas, dedicadas al latrocinio local (en el actual caso Pokemon se mezclan alegremente los presuntos mangantes del PP y los del PSOE) o a más altos vuelos. Los actuales procesos de renovación de los partidos mayoritarios muestran ese funcionamiento oligárquico. En el caso del PP sin ambages: se impone la voluntad de Rajoy y los suyos frente a Cospedal y los suyos que dejaron de serlo casi de inmediato. Enfrentamientos internos, zancadillas y jugadas sucias. En el PSOE son más presentables porque hay primarias, un procedimiento más abierto y democrático de designar la dirección que el dedazo omnipotente. Pero las candidaturas se organizan por procedimientos oligárquicos, de grupos de afines. Quizá sea inevitable en todo proceso electoral. Si la práctica oligárquica se mantiene o no solo se verá después de la elección, cuando la candidatura ganadora haya de repartir juego. Cuestión de ver a quiénes se lo reparte.
Así que una cleptocracia, -algunos añaden el matiz de "ineptocracia", nada desdeñable- administrada por partidos en buena medida oligárquicos, rigiendo una sociedad civil contagiada de caciquismo, enchufismo y corrupción en todas sus manifestaciones. Que la Iglesia esté procediendo a una reamortización, apropiándose el patrimonio arquitectónico y artístico español por cuatro perras gordas (ejemplo, la mezquita de Córdoba, comprada por 60 euros) no es más escandaloso que el hecho de que el colegio de registradores de la propiedad se haya quedado con una pieza codiciada desde siempre por la profesión, los registros civiles. Siendo la de registrador la profesión de Rajoy.
El caso es saquear.