El viernes, 25 y sábado, 26, dirijo un curso de extensión universitaria en la sede del Centro Asociado a UNED de Sevilla. Se titula Visión de la España contemporánea y tendrá cuatro temas monográficos: 1) la transición, sus consecuencias y el juicio que hoy nos merece; 2) la democracia española en todos sus aspectos (institucional, mediático, opinión pública); 3) los nacionalismos en España: la idea y evolución de la nación española, el nacionalismo español y los nacionalismos no españoles; 4) los aspectos de una hipotética reforma de la Constitución de 1978, especialmente en lo referente a la planta territorial del Estado y el sistema electoral.
Son muchos los rasgos que distinguen a los españoles de otros pueblos europeos, pero uno de ellos es especialmente sobresaliente: nos encanta hablar de nosotros mismos. Se dirá que eso pasa con todos los pueblos. Todos se piensan únicos, excepcionales, maravillosos y están encantados consigo mismos. Pero no es el caso español. Nos encanta hablar de nosotros mismos pero casi siempre mal. Incluso cuando hablamos bien, no podemos dejar de lanzar alguna puya a otros españoles que, cómo no, desmerecen del conjunto y, de ser algo, son malos españoles, cuando no aleves y traidores. Eso es especialmente evidente en el problema que tenemos con la nación. Hay quien dice que en España hay una única nación, la española, y las demás son invenciones; quien sostiene que hay varias: la española y algunas otras; y quien afirma que únicamente cuentan las otras y la única que no existe es la española. No está mal como punto de arranque para un interesante debate.
Y eso en cuanto a la nación. Si el objeto es la transición, las discrepancias no son menores ni menos apasionadamente defendidas. Según unos, la transición fue un proceso modélico por el que una dictadura se transmutó en democracia; según otros, fue una horrible traición en la que se abandonaron y se vendieron diversos sacrosantos principios por un lugar al sol y, finalmente, según otros fue una mezcla de ambos: genial inventiva, traición, chapuza. El genio de la raza es la controversia.
Como siempre, bienvenid@s aquell@s que quieran acercarse aunque, según leo en la página web del Centro, el cupo está agotado.