La política es algo endiablado. El diablo, que todo lo añasca, está siempre por medio. Explican las autoridades el presente con datos y cifras (que muchas veces se inventan) y vaticinan de seguido un futuro mejor. Pero lo hacen con el mismo resultado que obtienen los magos cuando conjuran los espíritus en su auxilio y el de la tribu. De los rigurosos análisis del presente a cargo de lumbreras como De Guindos o Montoro se sigue un vaticinio con la fuerza de un conjuro mágico: toca recuperación. O sea, hay que ganar las próximas elecciones. Las justificaciones del conjuro son cada vez más alambicadas y llegan a tomar forma de sortilegios. Por ejemplo, De Guindos se apresta a explicarnos, cuando se conozca la EPA de septiembre, que el ascenso del paro es una buena noticia porque antes ascendía mucho más. No se le ocurre al hombre que cada vez hay menos de donde ascender. Además, da igual; la consigna es que estamos de recuperación. Seguro que está ya en esos argumentarios que elabora el PP para que sus militantes y defensores sepan qué decir. Lo que piensen importa una higa.
Consigna, pues: recuperación. La magia de los conjuros. Llega Mr. Gates y compra un mordisco de FCC, segundo solo al de las hermanas Koplowitz. O sea, Bienvenido Mr. Gates. Volvemos a Berlanga. Solo falta el blanco y negro y no se dude de que en él estaríamos si los colores pudieran privatizarse. No sé yo si es para estar contento. Parece que el país es una bicoca, un festín para los llamados fondos buitre y, sin duda, hienas y chacales. Recuperamos, pues, la mendicidad. Algo es algo. Lo explica muy bien siempre Montoro que es como Juan Crisóstomo, un pico de oro. La solución de España es la devaluación interna, esto es, se bajan los salarios (esos que hace dos días sunían moderadamente), se bajan los precios (las viviendas, los cines, por ejemplo) en una espiral negativa hacia lo hondo y acabamos convertidos en lo que Palinuro se atrevió a llamar (con escaso sentido de la corrección política), los chinos de Europa, sobre todo ahora, que los chinos de verdad (y, encima, comunistas) ya no se dejan robar y son una potencia. Devaluación interna. Ya lo avisaban algunos economistas al comienzo de la fase hispana de la crisis. Y eso, ¿cómo se hace? Con otro misterio: se consigue que el euro valga más en unos sitios que en otros. ¿Por qué? Porque depende de lo que haya que trabajar para conseguirlo o tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo, como decía Marx. Pero da igual: señores, el empobrecimiento es la base de la recuperación.
Recuperación, trompetea a los cuatro vientos Cospedal, en lugar de dimitir. Se hace acompañar de un beatífico Juan Rosell, en clara demostración de que el PP es el partido de los trabajadores y, contundente como es, recién declarada "magnífica secretaria general" por Rajoy, explica que la fortuna de Bárcenas no tiene nada que ver con el PP. Seguro que la obtuvo jugando a las quinielas. Muy al estilo propio, además, afirma que el PSOE está hundiéndose mientras el PP remonta. Puestos a la recuperación ¿por qué no vamos a recuperar también los votos perdidos? ¿Acaso no ve la gente (porque oírlo, lo oye a todas horas) que estamos en plena recuperación?
Loco de alegría, Montoro afirma que ya estamos avistando el final del túnel, una expresión perfectamente inepta porque todo depende de a qué distancia esté ese final avistado. Si el túnel es recto podemos avistar el final al final de los tiempos. Si es curvo, puede estar a la vuelta misma. Da igual: estamos tocando la recuperación con la mano y si no se la ponemos encima la culpa será de Mas (sic).
Así que Rubalcaba, indignado (nunca lo había visto tan indignado) pregunta de qué recuperación vamos a hablar a los pensionistas, los enfermos o los becarios. Y podría seguir con los jóvenes, las mujeres, los inmigrantes, los emigrantes, los funcionarios; en fin, todo dios excepto los banqueros, los grandes empresarios, los curas y los militantes del PP de cierto ringorrango. ¿Qué recuperación para el noventa y mucho por ciento de la gente?
Termino con una nota de incredulidad. ¿Cómo puede el presidente del gobierno ignorar al president de la Generalitat en la ceremonia del Mediterráneo del 5 + 5? ¿No sabe que en la comunidad autónoma catalana Mas es tan Estado como él? ¿Qué pretende? ¿Humillarlo? Nunca una causa tan ruin impulsó tan bombástico El Estado soy yo.
(La imagen es una foto de Partido Popular de la Comunitat Valenciana, bajo licencia Creative Commons).