dimecres, 4 de setembre del 2013

La diplomacia del ausente.


Mariano Rajoy recibe al presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. "Estado plurinacional" es el nombre oficial de Bolivia. "De qué me sonará a mí eso?" pensaba Rajoy mientras hablaba con el mestizo Morales quien, a diferencia de él, habla más de una lengua, por ejemplo, el aymará, la lengua de su pueblo. "¡Un Estado plurinacional! Qué cosas se inventan por ahí. Aquí a lo nuestro: un Estado y una sola nación, pues España es una, así como grande y libre. ¡Pues no somos nada los españoles cuando nos ponemos!"

Ya está. Prueba de la diplomacia española y su amor de Madre Patria por las naciones hermanas. Y menos mal que tragó con lo de hermanas. La Hispanidad bien entendida las quiere hijas. Diplomacia. Este ministro de Exteriores, muy farruco en La Línea, pero manso como cordero en Londres, es una auténtica calamidad. Dice García Margallo que la amistad debe prevalecer en las relaciones de los dos países, España e Inglaterra. Nadie le ha traducido la famosa intervención de Lord Palmerston en los Comunes, en 1848: We have no eternal allies, and we have no perpetual enemies. Our interests are eternal and perpetual, and those interests it is our duty to follow, que la tradición ha estilizado en un Inglaterra no tiene amigos o enemigos; tiene intereses. Pues que se lo digan al ministro. Si es que este hombre entiende algo.

Evo Morales, generoso, vino diciendo que no guardaba rencor por el intento de humillación a que quiso someterlo la embajada española en Viena al pretender inspeccionar su avión como si fuera un contrabandista de personas. ¿Y con qué le responde el Estado español? Con un insulto aun mayor. Al final de la cordialísima entrevista y azucarados parabienes no hubo rueda de prensa conjunta, algo que todo visitante de La Moncloa por encima de alcalde pedáneo tiene garantizado por uso, costumbre y respeto. Menos el indígena Morales. Margallo debe montar una academia de diplomacia... colonial.

¡Calla! En realidad, el pobre Margallo no pinta aquí nada. De hecho en la distendida charleta está Moragas. Es Rajoy quien no quiere rueda de prensa alguna con Morales o con Inmorales. Su pánico escénico crece por horas. Odia presentarse en público en condiciones que no controla por medio del plasma. A ver si algún deslenguado va a preguntarle por los sobresueldos, el finiquito, el otro finiquito, la financiación ilegal, la imputación a Camps, el que estaba haciendo en Valencia lo que él quería para España.

Así que para salvar la cara, Rajoy la esconde. Oculta hasta la presencia de un lider de importancia y, con eso, le falta al respeto por segunda vez. Y que se ande con ojo,no vaya a salir el Borbón a mandarlo callar.
 
Las vísperas catalanas. El día fue de Exteriores. El diputado Tardá, de ERC, regaló a Margallo en la comisión de Exteriores del Congreso una camiseta de la Vía catalana a la independencia. Tardá que, como buen izquierdista, fía mucho a los números, le recordó que se la pondrían cerca de 500.000 catalanes en la Diada. La verdad, no había visto la camiseta y lo primero que me llamó la atención es el color amarillo. Es una curiosa asociación de ideas: el maillot amarillo del triunfador en la vuelta ciclista a Francia. Cuatrocientos kilómetros a pie en cadena humana es una hazaña similar y de ahí, de la conciencia del triunfo, viene el amarillo.

El día en que un ministro español de Exteriores, enfundado en una camiseta rojigualda, se dé un paseo por el Peñón al frente de 500.000 seguidores, a lo mejor Margallo se sale con la suya.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).