dimarts, 24 de setembre del 2013

La democracia es cosa de mesura.


El gobierno de la derecha es un desafuero en todos los terrenos. El nombramiento de ese presidente del Tribunal Constitucional, militante del partido al mando, no puede justificarse bajo ningún punto de vista político, moral o jurídico. Tiene una consecuencia perversa inminente. El Tribunal Constitucional será el órgano al que el gobierno envíe cualquier contencioso con Cataluña y sus instituciones. Y ¿qué juicio merecerá el de un tribunal presidido por una persona recusada de antemano por la parte catalana por su falta de imparcialidad? Falta de imparcialidad patente. Y hasta falta de independencia pues ¿cuál es la de un militante con respecto a su partido, sobre todo el militante que debe el cargo al partido, a pesar de haber ocultado su militancia en él, prueba obvia de que la acusación es razonable?

Pero todo son desafueros. Lo de los medios públicos de comunicación es un atropello increíble. Ahí están Echenique y Somoano, hundiendo la audiencia de los informativos de TVE que los van a dejar como los de Telemadrid. Y en sanidad, en educación, en derechos de las mujeres. Si alguien tiene alguna duda al respecto, mire lo que decían el presidente del gobierno y varios de sus hoy ministros sobre el copago en sanidad. Todos coinciden en términos escandalizados y justicieros en que el copago sería una arbitrariedad, un abuso de los más débiles, una monstruosidad que el PP jamás haría ni hará. No se rían (habría de ser una risa sardónica) y escuchen a Rajoy, Sáenz de Santamaría, Gallardón, Cospedal, Pons. Está claro que el copago sería un desafuero. Exactamente el que han cometido ellos: un copago, repago, privatización y expolio.

O consideren el birlibirloque de las pensiones que han ideado los expertos a sueldo de la banca y la ministra Báñez tiene que escenificar como puede de vez en cuando. Es ya célebre su vaticinio de cómo vendrán los pensionistas a agradecerle con lágrimas en los ojos que les haya dado un 0,25% de subida y tope anual y una bajada también anual equivalente a la diferencia entre ese 0,25% y lo que realmente suba el IPC del que las pensiones quedan desvinculadas. Se puede llamar como se quiera, pero es una confiscación de rentas por adelantado, un empobrecimiento en diferido.

Y si esto es en el ámbito de las políticas públicas, no se hable de los desafueros en la forma de gobernar. El presidente está oculto o ausente, no da explicaciones de sus actos, no admite preguntas de los periodistas, no comparece en sede parlamentaria y hace literalmente lo que le da la gana. El comportamiento de la presidencia del gobierno no es de recibo bajo ninguna concepción mínima de democracia. Es un abuso, tanto más indignante cuanto quien se lo permite es alguien acusado de prácticas corruptas. Si, a pesar de todo, se sale con la suya, se debe a tres factores:

1º) Una batería de medios de comunicación (todos los públicos que controla y buena parte de los privados) dedicada a embellecer su forma de gobernar y justificar sus más clamorosos desafueros.

2º) Una mayoría parlamentaria absoluta que funciona como una guardia pretoriana al servicio exclusivo de la seguridad personal de los generales. Todas las iniciativas de la oposición para conseguir que el Parlamento cumpla su función de controlar al gobierno se estrellan contra la cohorte del pretorio que no deja pasar ni una pregunta, interpelación, moción o simple iniciativa que pueda molestar al emperador. 

3º) La dudosa calidad, eficacia, eficiencia de esa oposición a la que no permiten ejercer como tal a base de argucias y triquiñuelas reglamentarias, tan manifiestamente impertinentes que puede exponerlas la señora Villalobos con su peculiar estilo. "En realidad", viene a decirse, "debiérais estarnos agradecidos, so pringaos, de que os demos explicaciones y no os hagamos un corte de mangas."

Es patente que el Congreso se ha convertido en una cámara de bloqueo y aplauso, mero disfraz de un gobierno autoritario, que no informa, ni da explicaciones, ni admite responsabilidades de ningún tipo. En esas condiciones, la pregunta es: ¿presentará ya el PSOE la moción de censura o buscará otro subterfugio, otra logomaquia para forzar la comparecencia parlamentaria de Rajoy, aprovechando que 2013 es el año de la serpiente en el calendario chino? Es cierto que la moción de censura tiende a verse como el último cartucho en la recámara y el combatiente experimentado procura no malgastarlo. Pero alguna vez hay que disparar. La moción de censura será derrotada, por supuesto, pero tendrá su utilidad política. Permitirá anunciar al país cuál es el proyecto del PSOE y este podrá exponer cuál será su actitud a partir de entonces si se mantiene el bloqueo parlamentario cerrado. 

Es ahí en donde la oposición debe salir de su marasmo. Si el Parlamento no es sino una cámara de legitimación y bloqueo, la oposición solo dejará de cooperar en esa mixtificación abandonándolo. Lo viene diciendo Palinuro: la retirada al Aventino es una actitud muy honrosa de la oposición, que no puede ser cómplice de su silenciamiento. 

Por supuesto que Rajoy debe comparecer y explicar por qué mintió en sede parlamentaria. Y dimitir.

Quede para mañana comentar la reciente declaración de González en el Ritz (creo) de que la independencia de Cataluña es imposible. Si acaso porque esto ya aburre a las ovejas.