En la final entre el Real Madrid y el Atleti pudo verse en el estadio la pancarta de Kosovo es Serbia. Más de uno se habrá quedado perplejo. Y muchos que probablemente no sabrán qué es Kosovo ni por qué tiene Serbia algo que ver con él. No sé si la mayoría. Dependerá de lo politizados que estén los espectadores de los partidos. De todas formas, el cartel apunta a una especie de metalenguaje. Carece de sentido inmediato proclamar en Madrid algo tan exótico, tan ajeno, es de suponer, a las preocupaciones de la mayoría de la gente. El anuncio debe traducirse como Cataluña es España, pero no se dice porque hacerlo implica el reconocimiento de un problema cuya existencia se niega. A cambio, lo que se hace es internacionalizarlo, cosa que el nacionalismo español trata siempre de evitar en sus conflictivas relaciones con los otros nacionalismos. No es especialmente inteligente, sobre todo por la notoriedad que da a lo que pretende ocultar, lo cual se ve por su recurso a lo subliminal.
En realidad esa pancarta podría estar financiada por la presidencia del gobierno ya que se limita a hacer visibles las contundentes palabras de Rajoy (debe de ser en lo único en que es contundente) en el sentido de que España (o sea, él) no va a reconocer la independencia de Kosovo, porque, según dice, "no reconoce las declaraciones unilaterales de independencia". Así pues, avisados quedan los catalanes.
En realidad esa pancarta podría estar financiada por la presidencia del gobierno ya que se limita a hacer visibles las contundentes palabras de Rajoy (debe de ser en lo único en que es contundente) en el sentido de que España (o sea, él) no va a reconocer la independencia de Kosovo, porque, según dice, "no reconoce las declaraciones unilaterales de independencia". Así pues, avisados quedan los catalanes.
Horas después circulaba por las redes la contraimagen. En un partido de fútbol en Kosovo entre dos equipos kosovares, la filacteria reza: Catalonia is not Spain. Es un contexto menos impresionante y solemne. Deben de ser equipos de tercera o regionales y en un campo municipal, aunque bastante limpio. No todo el mundo tiene los mismos medios. Pero el fondo del asunto es exactamente el mismo que en el episodio anterior. Muchas de las cosas que se dijeron más arriba, son aquí válidas. Los españoles están tan legitimados para pensar que Kosovo pertenece a Serbia como los kosovares para creer que Cataluña no pertenece a España.
La verdad es que la marca España no se ha estrenado en la más feliz de las circunstancias. Y lo que le faltaba es equipararse a Serbia.