dilluns, 18 de març del 2013

La neofabla de la derecha.

Sendos estupendos artículos ayer en "El País", uno de Soledad Gallego-Díaz y otro de Juanjo Millás, curiosamente coincidentes en el fondo, aclaran muy bien el irritante carácter de la política española recurriendo a la idea de la "neolengua" orwelliana. La instrumentalización y desnaturalización de la lengua por el poder político. Orwell se ganó la inmortalidad al definir con ese término la retórica del poder (especialmente el dictatorial) y al describir su funcionamiento: se retuerce y pervierte el significado de los términos, hasta convertirlos en lo contrario de su enunciado.

- "En realidad", dirá un crítico, "tampoco es para tanto. Al fin y al cabo, es lo que generalmente entendemos por mentir, cosa que se hace en las mejores familias".

- "Ciertamente", respondería Orwell, "pero no basta con mentir. Es preciso que se sepa que es mentira y la gente haya de tragarla como verdad sabiendo que es mentira por imposición de la violencia, la fuerza bruta, la represión. Ese es el punto".

Efectivamente, el punto que tocan los dos artículos citados. Los políticos del PP tienen como norma mentir en público. Y no un mentir de andar por casa sino un mentir patente, clamoroso, descarada negación de la verdad. Algo a lo que no merece la pena contestar porque es obviamente falso, pero que degrada de tal modo el debate público que produce vergüenza. ¿Por qué? Porque es exactamente el método de comunicación del franquismo, que estos del PP llevan en sus corazones. La conciencia de la más absoluta impunidad y la inexistencia de cualquier oposición y crítica permitían que los franquistas mintieran cada vez que hablaban, pues nadie podía contradecirles. Si se pasaba hambre, las despensas estaban llenas; si frío, España rebosaba de producción energética y las sequías eran la obra de la Antiespaña. Les daba igual. Nadie podía decir nada. Y la gente estaba resignada a la idea de que la política y la mentira más desvergonzada eran todo uno.

Estas gentes actúan igual. A diferencia del tiempo de su mentor espiritual, ahora sí se puede decir algo. Decir. Pero no hacer. Aquí solo cabe hacer algo cada cuatro años. Entre tanto, los franquistas saben que pueden mentir impunemente porque si los críticos disponen de unos medios raquíticos para expresarse, ellos tienen una rozagante batería desde la cual sus creadores de opinión, esbirros ideológicos y tertulianos pagados suculentamente con dineros públicos, prolongan la mentira, la reiteran, la convierten en verdad mediante su inverecundia y su machaconeo. Y no solo se trata de un aparato de propaganda tradicional. También lo han adaptado a los tiempos digitales. El PP pastorea rebaños de opinadores, o sea trolls a sueldo, distribuidos por las redes para reiterar sus embustes, ocultar la verdad y atacar a los críticos. Un ejército de granujas de segunda fila, que complementan el trabajo de los periodistas mercenarios y aspiran a contarse entre tales lumbreras. De este modo, con este grado de proteccion, las mentiras y los embustes que sueltan pueden llegar a ser tan desmesurados y estúpidos que suspendan el ánimo. Algunos ejemplos:
  • Declara Cospedal que el PP ha conseguido garantizar los servicios sociales básicos" y eso al día siguiente de que el gobierno, por decreto, haya metido otro bocado al desempleo, dejando sin subsidio a los mayores de 55 años que cuenten con unos ingresos de más de 950€ en el entorno familiar. Es decir, han mermado la renta de las familias otra vez. Sin contar los cierres de servicios médicos, el despido de trabajadores públicos con la consiguiente degradación de los servicios y de la que ya hay en la red testimonios apabullantes. Es decir, garantizar quiere decir destrozar
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  • Manifiesta Floriano que el PP es el partido más transparente de España y el que garantiza las pensiones. El PP, el partido involucrado hasta las cejas en los mayores casos de corrupción de la historia reciente: el caso Bárcenas, la trama Gürtel y los vistosos aledaños de los Matas, las Barberás y, por supuesto, el yerno. El gobierno se ha cargado por decreto el Pacto de Toledo, que es el que garantizaba las pensiones y las ha dejado en el alero y sin fondo de reserva. Es obvio que garantizar vuelve a ser destrozar y transparente quiere decir opaco
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  • Si he de ir a alguna manifestación de Rajoy a la altura de las anteriores, no sabría con cuál quedarme: "No se pueden subir los impuestos en recesión". "No tocaré la sanidad ni la educacion". "No pienso dar ni un solo euro de dinero público a los bancos". Hay tantas que Wikipedia le ha dedicado una página Wikiquote, incluyendo algún que otro célebre lapsus que retrata al personaje en sus delirios y obsesiones, como aquel Quiero transmitir a los españoles un mensaje de esperanza. ETA es una gran nación; España, perdón, es una gran nación. No está claro si España es una nación o un conjunto de ellas, pues hay opiniones en ambos sentidos y en cuanto a lo de gran, pues, en fin, juzgue cada cual en el momento en que la gran Nación teme que se le aplique un "corralito" a lo chipriota. Pero no importa: se suelta la mentira con gran pompa que ya se encargará de repetirla por doquier la caterva de paniaguados del pesebre ideológico.

 
Adelantada de la Cristiandad.
 
Parece que el gobierno ha decidido enviar una copiosa delegación de alto nivel al sacré del Papa. Irán los Príncipes de Asturias, Rajoy, García Margallo, Gallardón, Fernández Díaz con sus correspondientes familiares, séquitos, asesores, guardaespaldas, etc, una tropa que estará alojada dos días en hoteles de alto copete de Roma, a costa del contribuyente, o sea, de usted y de mí que ya no podemos viajar ni a Cercedilla, pero hemos de sufragar estos ridículos dispendios. Añádanse a ello los desplazamientos de las solícitas jerarquías, también costeados por el erario público.

Palinuro no recurrirá al manido al César lo que es del César, etc, pero se permite señalar un punto poco citado: Cristo hablaba del César o de Augusto, mandatarios frugales, no de Nabucodonosor o de Jerjes. Porque la delegación española tiene la vacua pompa y el boato de la de un sátrapa persa. No me extraña que la intensa fe de los ministros de Justicia e Interior los incite a peregrinar a Roma en momento tan señalado. Pero que se lo paguen de su bolsillo pues el Estado español, en principio, no tiene religión. De su bolsillo deben pagárselo asimismo todos los demás acompañantes que no sean el Príncipe de Asturias y el presidente del gobierno, en atención al carácter de Estado que tiene la Santa Sede. La última monarquía absoluta de Europa y el Estado más misógino del planeta.