divendres, 29 de març del 2013

El barco de los locos.

Espero no ser el único que sospecha que todos estos organismos, instituciones, fondos, gobernantes, gabinetes, políticos, asesores, consejeros no tienen ni idea de lo que no paran de hablar sin ponerse antes de acuerdo o, cuando menos, sin contrastar los datos, tan poseídos están de su razón. Así, un organismo vaticina la recuperación a la vuelta de la esquina y el otro dice que a la vuelta de la esquina hay más hundimiento y más quebranto general postergando la recuperación a un brumoso 2015. En cuanto a lo que propongan, no hay cuidado, no habrá discrepancia alguna: rebajar los salarios. Pero tiene gracia que eso proceda de presupuestos absolutamente contrarios y a los que, va de suyo, se ha llegado mediante cálculos objetivos, científicos.

Las distintas autoridades o analistas, en realidad, hablan con un criterio de probablidades en el que también juegan los intereses y los deseos. El gobierno anuncia un déficit y la Comisión europea lo corrige de inmediato al alza. El gobierno argumenta que la discrepancia se debe a un cambio en la metodología del cálculo de la Comisión y esta responde que no hay tal. Han pillado al gobierno haciendo trampa. Y no vale decir, como hace un portavoz del PP, que el criterio de cálculo del gobierno vale tanto como cualquier otro porque eso es ponerse gallito pero el que vale es el cualquier otro.

Pero no es solamente en estos casos especiales. En conjunto, el comportamiento del personal de la obra recuerda mucho el cuento del barco de los locos, el Narrenschiff, de Sebastian Brant porque, aunque la historia va loco por loco, obviamente, viajan todos en el mismo barco, más o menos como lo pinta el Bosco, aunque algo más numeroso. Pero todos locos, verdaderos orates.

¿Qué me dicen de esa señora profesora de Doctrina Social de la Iglesia en el CEU que afirma que de la violación se obtiene un bien, como es la bendición de un hijo? Es la misma que recomienda a las esposas amar al que las maltrata. Como ha habido un clamor de las redes, que son la plaza pública, la superioridad se ha visto obligada a hacer una declaración en la que declaran mucho pero aclaran poco pues se limitan a condenar las interpretaciones extremas de la doctrina. Y ahí está el quid de la cuestión, en si lo que dice la enseñante es una exageración o no. Puede que no, que sea la doctrina misma expresada con mayor realismo. Porque es la nave de los locos.

Supongo que hoy habrá imágenes de procesiones, de pasos del Santísimo de la Merced o la Virgen de los Dolores o los Hermanos penitenciarios. Veremos a los dirigentes ataviados para la ocasión para simbolizar la unidad de acción del poder político y el altar. Cuando veo a Cospedal con su peineta y mantilla, qué quieren ustedes, me recuerda esas imágenes de los jefes de tribus de la Polinesia en los documentales de los años treinta, tan graves, tan ceremoniosos. Y, detrás vienen los costaleros con los pasos y los encapachudos y, en algunos lugares, unos exaltados que van azotándose o arrastrando cadenas. Pura antropología cultural. .

Creo que la asociación de ateos había pedido permiso para una manifa atea para el jueves santo y que la autoridad lo denegó. A lo mejor fue por velar por su integridad física, porque, la verdad, esos que van por la calles con cirios encendidos y marcando el paso al redoble del tambor en marcha fúnebre no son muy de fiar.

El barco se ha animado mucho con la llegada del nuevo Papa, quien ha mostrado tener un sentido mediático muy superior a sus predecesores. Esa imagen del Sumo Pontífice besando los pies de un recluso menor de edad tiene su impacto. Y su comentario inmediato: este Papa viene a cambiar las cosas; a ver cuánto dura, etc. Curiosamente, la foto es tan reveladora por lo que muestra como por lo que oculta. En la que yo conozco el chaval no sale, ni siquiera borrándole el rostro. La historia, qué caramba, la hacen los papas, no los menores presos.

Es un momento tan válido como otro cualquiera para desencadenar la tercera guerra mundial, debe de pensar el líder supremo, camarada Kim Jong-un, tercero de la dinastía de Kim Jong. Y así puede ser. En un navío repleto de locos cualquier cosa es posible.En cuanto un hombre se siente miembro de una dinastía, entronca directamente con el sol y es capaz de cualquier locura.