dissabte, 22 de desembre del 2012

La unidad de la izquierda.

Llamazares acaba de presentar un libro con prólogo del juez Garzón y en el acto ha propuesto un frente de izquierda con inclusión del PSOE. Eso es puro sentido común de gente con los pies sobre la tierra, capaz todavía de razonar en román paladino (y no con las consignas de rigor) y sin temor a las consecuencias. Tres cuestiones estas merecedoras de atención singular:

Puro sentido común. En sus momentos más bajos (elecciones del 20N) el PSOE obtuvo casi el 30% del voto. A la inversa, en uno de los suyos más altos -por más bajos del PSOE- IU consiguió un 7% de sufragios. Ni las proyecciones más quiméricas atribuyen a la coalición más del 12% del voto. Resulta absurdo, pero la perversa embriaguez de las proporciones lo hacen inevitable, recordar la perogrullada de que con el 7% del voto, un partido no tiene nada que hacer. Si acaso, servir de socio menor en una coalición con el otro en la esperanza de que los equilibrios parlamentarios le permitan ser decisivo para chantajear, que es lo que hace en Extremadura, un caso vergonzoso. Lo entienden probablemente hasta las piedras: que solo sumando se gana; jamás restando. En los treinta y tantos años de democracia han sido frecuentes los casos en distintas elecciones de diferente nivel en que los votos de IU y el PSOE eran más, pero gobernó la derecha. Eso, a la derecha no le pasa casi nunca porque tiene un sentido práctico de la política, no retórico. A la izquierda, sí y, curiosamente, no le sirve de experiencia.

Razonar en román paladino. No hay más camino que esa acción unida. Pensar desde el 7% del voto que se va a atraer al otro 30% a base de insultarlo, de llamar traidores a sus dirigentes, aliados del capital, etc es absurdo. Sin duda entre los dirigentes y bases del PSOE hay gente con tendencia conservadora, incluso meapilas como Vázquez y Bono. El propio Rubalcaba tiene poco de izquierda en prácticamente ningún sentido. Pero proceder por reducción y atribuir condición de irrecuperable al conjunto del PSOE con sus siete millones de votos como base mínima, es de insistir, es absurdo. Tanto que , muy probablemente, oculta un cálculo interesado: el de impedir a toda costa la unidad porque los dirigentes de IU que ahora están al mando, probablemente carecerían de relevancia en una formación unitaria de la izquierda. Egoísmos narcisistas y personalistas de los que hay a patadas en la izquierda radical y, por eso mismo, minoritaria.
El término empleado por Llamazares de frente de izquierdas no está mal. Yo lo haría sobre un programa mínimo común aprobado conjuntamente por el PSOE, IU y cuantas otras formaciones de la izquierda lo suscriban. Y lo llamaría Programa Común de la Izquierda. El nombre estaba ya inventado. Un programa claro, rotundo, con compromiso de revocación de quienes lo incumplan y cuyo primerísimo punto debe ser: devolución al común de todo lo que los apandadores del PP han privatizado y saqueado en beneficio de ellos mismos, sus parientes, allegados, enchufados y las grandes empresas que ya les han prometido puestos de lujo cuando cesen como políticos a las órdenes de los ricos y los curas.
El contenido del resto del programa puede negociarse para alcanzar eso, un programa de mínimos de la izquierda. No es verdad que haya diferencias teórico-prácticas insalvables entre IU y el PSOE. El PSOE no es un partido neoliberal ni IU una organización revolucionaria. Probablemente una de las consignas más estúpidas y dañinas para el país haya sido la de que PSOE-PP la misma mierda es, muy aplaudida, claro, por el PP. Quienes la coreaban no tenían ni idea de lo que es la derecha de verdad. Ahora está ya claro pero es tarde, aunque los imbéciles que, creyéndose muy críticos, desmovilizaron a la izquierda y trajeron la mayoría absoluta del PP siempre podrían reflexionar un poco, si la cabeza les diera para ello. Es verdad que, en el gobierno, el PSOE es responsable de mucho desaguisado y mucha cobardía, cuando no algo peor. La reforma constitucional de agosto de 2011 y el mantenimiento de los privilegios de la iglesia católica son dos de los aspectos más llamativos, y no los únicos. Esa es una crítica que puede -y debe- hacerse al PSOE, acobardado ante el capital y la banca, porque ha hecho cosas. No es una que pueda hacerse a IU porque no ha hecho nada. Se ha limitado a hablar. Y hablar es gratis.
Pero la crítica justa a las concesiones y dejaciones del PSOE en el poder no pueden llevar a dos conclusiones erróneas: 1ª) como ha cedido en parte, el PSOE cedió en todo, y es un partido neoliberal. Mentira. Para bien o para mal, para mucho o para poco, lo que de Estado del bienestar hay (o había) en España, las libertades y derechos, los avances en igualdad, etc, son obra del PSOE. No de IU y tampoco del PP. 2ª) La amarga experiencia del último gobierno del PSOE ha desencantado a sus bases y votantes. Mentira. Ya quisiera IU tener alguna vez la fidelidad de siete millones de electores en sus horas más bajas. Es al contrario. Quien conozca la historia del PSOE sabe que esta situación será -ya lo es- un revulsivo, un acicate. En algún momento tendrá que liberarse de la rémora conservadora de la dirección actual y será entonces cuando la propuesta de Llamazares cale.

Sin temor a las consecuencias. En las dos formaciones, IU y PSOE hay guardianes egregios de las esencias doctrinales que a mí siempre me parecen payasos pero suelen alzar la voz en defensa de la pureza del dogma. Los más sectarios de IU, habitualmente leninistas que aún no han digerido del todo el ¿Qué hacer? y los más reaccionarios del PSOE, generalmente popperianos de oído que solo aspiran a sentarse en el consejo de administración de alguna gran empresa. Cualquier idea de alianza, unión, frente, pacto, programa común de la izquierda, lanza a estos dos grupos al ataque más encarnizado porque luchan por su respectivo modus vivendi. Los izquierdistas integérrimos llaman traidores a los partidarios de la unión porque prefieren seguir siendo líderes del Frente de Liberación de Judea que arrimar el hombro a una transformación progresista de la sociedad. Los derechistas del PSOE, acusan de demagogia a quienes propugnan la unidad de toda la izquierda y se pasan a la derecha en cuanto comprenden que ya no tienen más utilidad para ella dentro del PSOE y prefieren hacer caja. Tiene gracia que los guardianes de las doctrinas sean siempre los más venales.
A Llamazares y Garzón van a caerles venablos envenenados y de punta. Ya están las redes reverberando de fanáticos que quieren desenmascarar a Llamazares. Por fortuna no corren los tiempos en que gente como estos "revolucionarios" mandaba a sus contradictores al Gulag. Lo menos que dirán de ellos es que son dos submarinos del PSOE. Empezarán a llover iniciativas para que los de Izquierda Abierta sean expulsados de IU. No sé si bastará para detener el linchamiento el cálculo que parece haber hecho el propio Llamazares de que IU no será tan suicida como para escenificar una enésima escisión que quizá fuera ya su tumba. Es demasiado matizado y complejo para que los sectarios lo entiendan.
En todo caso y por lo que pueda valer, Palinuro apoya la propuesta de Llamazares.