En la rueda de prensa de ayer, consecutiva al Consejo Europeo Extraordinario, un periodista pregunta a Rajoy su opinión sobre un eurodiputado que pide un recorte de los salarios de los funcionarios de la Unión y aduce como ejemplo que él, Rajoy, solo cobra 75.000 euros al año, bastante menos que muchos salarios de euroburócratas. Rajoy pone cara de desconcierto, con ojos como platos, se queda mudo y, al final, esboza una sonrisa incomprensible con lo que los corresponsales irrumpen en una carcajada, pensando, probablemente, que se trata de la enésima muestra de la simpleza y la estulticia del personaje. Aquí se encuentra el vídeo en el que produce la lamentable escena a partir del minuto 15'45. (Está en el que dice "Preguntas de los periodistas", no en el de "Intervención del presidente")
Pero los periodistas están equivocados. No es la proverbial falta de recursos y la bobaliconería del hombre los que justifican su repentina perplejidad, sino la clara conciencia de que están a punto de pillarlo en un renuncio, de que se descubra la corruptela en la que viven tanto él como otros políticos.
Porque es falso que el sueldo de Rajoy sean 75.000 euros anuales. Ahora que, por fin, a regañadientes, el gobierno ha respondido en el Parlamento que el señor registrador en excedencia no ha cobrado emolumento alguno del registro de la propiedad de Santa Pola, del que sigue siendo titular (y, tratándose de este gobierno, que cada cual crea lo que estime conveniente), en realidad, su sueldo anual es de unos 225.000 euros al año porque, al igual que Cospedal y otros políticos, cobra dos salarios, uno del Estado y otro (de unos 150.000 euros) como presidente de su partido. Así que lo lógico hubiera sido aclarar el asunto y avisar al eurodiputado de que estaba equivocado y que su salario no son 75.000 euros anuales sino muchísimo más. Pero no lo ha hecho. Al contrario, sigue ocultándolo, porque sabe que eso es irregular y que, aunque en España no pasa nada, dadas las tragaderas de los españoles, si se enteran en Europa va a montarse una escandalera. Por eso, el presidente hace aquí lo que hace siempre: mentir.
Pero lo cierto es que tanto él como Cospedal y muchos otros políticos cobran indebidamente dos sueldos del Estado mientras el país pasa necesidades. El caso de Cospedal es sangrante: unos 220.000 euros anuales pilla la moza en dos pagas: la de presidenta de Castilla-La Mancha y la de secretaria general del PP. La misma moza que deja sin salario a los diputados de la oposición, que manda al paro a los funcionarios, que deja sin sueldo ni subvenciones a mucha gente. Una actitud éticamente repugnante.
Está en vigor una Ley de Incompatibilidades de 26 de diciembre de 1984 cuyo artículo 1,2 dice que: no se podrá percibir, salvo en los supuestos previstos en esta Ley, más de una remuneración con cargo a los presupuestos de las Administraciones Públicas y de los entes, organismos y empresas de ellas dependientes o con cargo a los de los órganos constitucionales, o que resulte de la aplicación de arancel, ni ejercer opción por percepciones correspondientes a puestos incompatibles.
A los efectos del párrafo anterior, se entenderá por remuneración cualquier derecho de contenido económico derivado, directa o indirectamente, de una prestación o servicio personal, sea su cuantía fija o variable y su devengo periódico u ocasional.
A los efectos del párrafo anterior, se entenderá por remuneración cualquier derecho de contenido económico derivado, directa o indirectamente, de una prestación o servicio personal, sea su cuantía fija o variable y su devengo periódico u ocasional.
Es decir, además de ser éticamente repugnante que unos políticos que cobran dos sueldos recorten el único de los demás es, por lo menos, jurídicamente muy discutible. Los dos mendas argumentan que, al no ser los partidos políticos entes públicos, sino asociaciones privadas, sus dos sueldazos son compatibles. Pero eso es más que dudoso. Los partidos, verdad es, son asociaciones privadas pero financiadas con fondos públicos. Es decir, en cuanto a la letra, la forma de la ley, est@s dos plurirremunerad@s (y la recua de enchufad@s que l@s imita) están en la legalidad; en cuanto al espíritu y el contenido de la norma, amb@s están en ilegalidad, en un muy probable fraude de ley.
O sea que si cobrar dos sueldos cuando uno se dedica a dejar sin el suyo a los demás es literalmente repugnante, que ese cobrar sea probablemente fraudulento, lo convierte en algo de todo punto inadmisible.
Por eso enmudeció Rajoy en la rueda de prensa y no por su habitual estolidez. Sabía que, si la realidad trasciende, si en Europa se sabe que cobra dos sueldos (255.000 euros al año) se armará una buena. Y con razón. Es una sinvergonzada acumular los sueldos de los cargos oficiales y los de los partidos financiados públicamente, una corruptela a la que urge poner fin de inmediato porque probablemente sea la muestra más indignante de los privilegios de esta casta de impresentables.
¿Cómo se llega a presidente o secretario general de un partido? Normalmente en una dinámica interna de intrigas no ya sin oposiciones sino sin el más mínimo escrutinio público. Una vez arriba, el partido paga al(a) afortunad@ un sueldazo para que pueda dedicarse en exclusiva a ganar elecciones y ocupar los cargos públicos también espléndidamente remunerados. Hecho esto, lo ético, lo honrado, lo que está en el espíritu de la ley es elegir una de las dos retribuciones. No acumularlas.
Esta corruptela debe acabar ya y sus beneficiari@s debieran dimitir por codiciosos sin principios. Algo especialmente vergonzoso en un país con seis millones de parados y muchos más millones con salarios mileuristas.
(La primera imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia Creative Commons). La segunda, una de La Moncloa en el dominio público).