Alberica, la nibelunga, vino acompañada de un puñado de valkirios, a hacer negocios con los spanische Partnern, o sea, los empresarios españoles. Estuvieron estos encabezados por el jefe máximo de la patronal, Juan Rosell, antes presidente de Fomento del trabajo nacional, la patronal catalana. Queda claro y patente a la luz del día que el gobierno de España es de los empresarios. A nadie se le ocurre una reunión así en la que estuvieran los jefes sindicales. El trabajo está ausente de la labor de un gobierno cuya ministra competente es incompetente por no haber trabajado en su vida, salvo como cargo de su partido. El oído del presidente lo tiene Juan Rosell.
El gobierno comprende empresarios, se relaciona con ellos y razona como ellos. Su actividad legislativa consiste en convertir en leyes (mejor dicho, en decretos-leyes) los deseos de los empresarios. Por eso, la ministra Báñez, la que no ha trabajado nunca, quiere suprimir las vacaciones pagadas con la excusa de que "no podemos permitírnoslas". Es el clásico truco de la fabla absolutista de la derecha. ¿Quiénes no nos podemos permitir las vacaciones pagadas? ¿Quiénes somos nos? Es evidente, ¿verdad? Los empresarios, porque los trabajadores todos pueden permitirse las vacaciones pagadas; hasta les gustaría tener más.
Los griegos, en situación parecida, ya están pensando en la jornada semanal de seis días. A trabajar los sábados. Aquí se planteará en cualquier momento. Y luego vendrá el límite de jornada laboral, el salario mínimo y, si la gente se deja, la idea misma de salario. Si hay quien está dispuesto a trabajar por la pitanza, ¿por qué no? ¿Por qué pagar a los trabajadores sus vicios, como los zapatos o la vivienda? Que se busquen la vida, como todos.
Y no digo nada del seguro de desempleo pero, ¿acaso este no es una forma de vacaciones pagadas a cuenta del Estado? ¿Y las jubilaciones? ¡Vacaciones pagadas sin límite temporal a cuenta de las generaciones venideras! Fuera con ellas.
Obsérvese que estas políticas ultraliberales no se reducen a poner coto y desmantelar el Estado del bienestar sino que plantean la represión en el terreno de los derechos fundamentales de la persona. No son criterios de ahorro, sino económicos de beneficio, morales y políticos los que están en juego. Los ricos quieren ser más ricos a costa de los pobres. Viene todo de la idea dominante de la productividad de España como conjunto, de ver el país como una empresa, gestionada con criterios empresariales. Esto es, una vez asegurada la financiación a través del rescate blando, ahora hay que poner en marcha actividades empresariales con alta productividad, que se obtendrá esencialmente deprimiendo los salarios directos e indirectos.
Y había quien decía que el PP y el PSOE son lo mismo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).