Si no ando equivocado, en el último mes los viajes de Rajoy lo han llevado a Santiago de Compostela, Kiev, Milán, Bruselas, Chicago, Mallorca, Sanxenxo y Almonte y seguro que me dejo un par de destinos. No ha tenido tiempo de acudir a las zonas de los incendios. En esos lugares no hay más que rabia, tristeza y sufrimiento y, para sufrir, piensa Rajoy, que tiene algo de pantouflard, ya está la vida. Más o menos como mi abuela quien justificaba así su decisión de no ver películas dramáticas. Lo que le gustaba era Sissi emperatriz o La familia Trapp. Más o menos, supongo, como a Rajoy.
De esos viajes hay dos caracterizados por su contenido católico. Si el anterior gobierno no entendía bien la separación de la iglesia y el Estado a este esa separación le parece un crimen. En cuanto puede, Rajoy hace ostentación pública de su devoción. Se fue a Santiago a devolver el Códice Calixtino como Galahad, caballero puro, traía el Santo Grial. En este caso, el valor religioso se funde con el material pues se trata de un texto del siglo XII, el primer Baedeker de la historia. El segundo viaje-peregrinación ha sido a Almonte, provincia de Huelva, aprovechando sus vacaciones en el coto de Doñana y ahora la devoción ha sido doble, la practica Mariano Rajoy y con motivo del año jubilar mariano. Dos marianos en uno; confluencia probablemente portentosa y cargada de simbolismo. Acompañado por la ministra Báñez, una especie de monja seglar devota de la Virgen del Rocío, Rajoy se ha sumergido en un espectáculo religioso: el Rocío Chico, que se celebra cada siete años como siete fueron los Niños de Écija, en feliz coincidencia con la llegada de la Virgen de ese meteoro solemnemente traída en andas desde no sé dónde, y el año jubilar mariano. Uno tiene que pellizcarse por ver si lo que lee no es una alucinación colectiva, una recreación de aquellos espectáculos político-religiosos de Franco. Pero no, es la realidad de un país europeo del siglo XXI. Vírgenes, curas, inciensos, procesiones, iglesias, confesiones. Se necesita un Valle Inclán para esta nueva España borbónica de la segunda restauración.
O quizá no sea necesario en esta época de información continua, universal, permanente. Véase como el momento trascendente vivido por Rajoy en tan mariano lugar lo ha empujado a creerse un clérigo más y se ha arrancado por homilías. No es su estilo pero ha hecho lo que ha podido. Ha lamentado que estemos siempre pensando en lo material, lo mismo que viene diciendo Rouco Varela, para quien se sale de la crisis rezando. He aquí a Fray Mariano impartiendo doctrina franciscana: dejemos de lado los afanes materiales y vivamos una vida de pobreza, castidad y obediencia. A esto debe de referirse Carlos Floriano cuando dice que proyecta convencer a los afectados por los recortes de la conveniencia de hacerlos y sufrirlos con alegría. La pobreza está garantizada con los dichos recortes; la castidad como único medio admisible de control de natalidad y de la obediencia se encargan los antidisturbios.
Inflamado con la sublime experiencia mística, Rajoy descubre la profundidad de su pensamiento y declara que al final los seres humanos somos sobre todo personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me reconforta mucho. Ese término "bonito", tan fuera de lugar, suena a Camps. Solo le faltó a Rajoy decir que quiere un huevo a la Virgen del Rocío, reina del ánimo de la ministra Báñez a la que, al parecer, aconseja que filtre EREs comprometidos del adversario político para enseñarle las vías del Señor.
Pero no pienses, espantado lector, que la cosa termina aquí y que se trata un gobierno extrañamente anticuado para una sociedad civil dinámica y moderna. Nada de eso. La sociedad tiene el mismo grado de enajenación religiosa que el gobierno, o superior. Antes de saberse de sus findes caribeños, Carlos Dívar hacía pública ostentación de su profunda fe y declaraba que la única justicia perfecta era la divina.
Se dirá que el presidente del Tribunal Supremo no es reprsentativo de la sociedad civil. ¿Y Amparo Cuevas, la vidente del Escorial a la que se apareció la Virgen hace treinta años? Su asociación, reunión, capítulo, secta o como se llame la organización que Cuevas puso en marcha tiene más de 100.000 afliados o seguidores y sin duda contribuyentes a la causa en El Escorial. Ha sido sin duda designio del Señor llevarse con él a su sierva Amparo justo en el momento en que se anunciaba la llegada de la Virgen del Rocío a Almonte.
Y uno se queda pensando: ¿se habrá aparecido la Virgen del Rocío a Fátima Báñez?
¿Cómo no va a ser devoto el gobierno de un pueblo con tantos crédulos?
(La imagen es una foto de Iker Parriza, bajo licencia GNU documentación libre).