Cuando alguien como Aznar llegó a presidente del gobierno de España pensé que nada peor podría pasar a nuestro infeliz país. Me equivoqué. Aznar nombró a dedo limpio a Rajoy su substituto; éste tardó ocho años y dos derrotas electorales en hacer realidad la potencialidad aznarina pero, una vez conseguido el sueño, ha quedado meridianamente claro que no solo ha hecho bueno el gobierno de Zapatero, sino el de Aznar!
Cuando uno lo veía en público, en esos contextos que le preparan los consultores para que dé la impresión de ser un hombre con cierto dominio de la escena, farfullando cosas incomprensibles, balbuciendo topicazos sacados de los casinos de pueblo, mintiendo a mansalva y diciendo lo que le habían dicho que dijera, tenía uno la impresión de que se trataba de uno de esos cuitados que se angustian por nada y a los que todo el mundo cree que puede mandar. Era la imagen que le interesaba proyectar. En su propio partido no cotizaba muy alto y de no ser por el cálculo erróneo de Camps, el de los trajes, que le dio su apoyo pensando le sería devuelto, varias conspiraciones internas lo hubieran descabalgado al perder las elecciones de 2008.
Pero el hombre ha sobrevivido: no entiende su letra, no contesta a las preguntas (ni siquiera a la de cuánto gana al mes), confunde el género de las palabras y muestra una ignorancia supina de todos los asuntos en los que debe tomar decisiones. Pero se ha mantenido en el poder -que es lo único que le importa-, ha ganado limpiamente unas elecciones y todos ahora, todos a una, amigos y enemigos, le comen en la mano.
Ha resultado ser astuto y ladino, poseedoer de la virtud de esperar hasta desesperar al adversario y con una retranca campesina con la que le ha ido bien en la vida, cuenta habida de sus aspiraciones. En Europa carece de todo prestigio, pues lo tienen por un botarate incompetente, lo que en muy buena medida es cierto. Pero en España domina la plaza a su peculiar y sinuoso modo. Lo ha mostrado nombrando un gobierno que tiene dos grandes virtudes: a) l@s ministr@s, casi tod@s un@s perfect@s desconocid@s son de una lealtad canina al jefe; b) tod@s ell@s tienen un nivel mental igual o inferior al de él.
Estas indudables habilidades han permitido a Rajoy gobernar una democracia contemporánea como si fuera un país en vías de subdesarrollo, colonizar los medios públicos de comunicación, amenazar a los disidentes, maltratar a los críticos, nombrar a sus amigos, enchufados y clientes, seguir esquilmando a las clases trabajadoras y proteger y amnistiar a sus compadres los defraudadores, corruptos y ladrones. Le ha permitido, en resumen, establecer un tipo de política basado en la arbitrariedad, el capricho, el caciquismo y el despotismo... y pegarse unas vacaciones paradisiacas no haciendo al borde del mar lo mismo que no hace en La Moncloa.
¿Y el gobierno de España? ¡Ah, amigo, eso es otra cosa! ¿No querrá usted que, además del ímprobo trabajo de sobrevivir y pasarlo bien, manteniendo el orden entre las filas peperas, me ocupe del gobierno del país?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).