Los fascistas no se han atrevido a cumplir sus amenazas. Cristina Cifuentes, de la que sigue sin saberse si cobraba en negro sus valiosas aportaciones a Intereconomía, esta callada como una col. Esperanza Aguirre contempla con desesperación de marquesa venida a menos cómo 50.000 desalmados privatizan la Puerta del Sol. Rajoy en La Moncloa medita sobre cómo echar la culpa de este desmán a la herencia recibida. El PSOE trata de disimular que esta protesta que hoy apoya con la boca chica se inició en contra de él, de su gobierno y sus políticas y trata de escabullirse de la obligación de repasar su actitud de colaboración con las salvajadas de la crisis.
Hemos pasado a una situación nueva. La protesta es toda España y es de la gente, de toda la gente, de la ciudadanía, de la multitud que no se puede encasillar en una clase, grupo, tendencia o partido. Por eso es un triunfo tan arrollador y tan difícil de encajar en ningún plan preconcebido.
A partir de mañana, jurados populares para encausar a los sinvergüenzas y delincuentes que, bajo la forma de políticos, banqueros y financieros, han provocado esta ruina general.