Está Palinuro contentísimo. Dice que los socialistas leen su blog porque han decidido poner en marcha un proceso de renovación ideológica como viene él pidiendo desde hace meses. En efecto esta crisis, que derribó el gobierno del PSOE como un castillo de naipes, sorprendió al partido notablemente desarmado en el terreno ideológico, incapaz de formular una alternativa al sistema que se veía obligado a gestionar en la dirección errónea, hasta que este lo destruyó.
No tiene nada de extraño. Prácticamente ningún partido socialista occidental ha sabido articular una defensa de la socialdemocracia clásica y el Estado del bienestar frente a la hegemonía neoliberal de los últimos veinticinco años. Al contrario, faltos de ideas propias, los socialistas encubrieron su inopia teórica echando mano a las socorridas terceras vías o "nuevos centros" que no eran si no opciones intermedias no entre el capitalismo y el comunismo (cual venía a ser la propia socialdemocracia) sino entre ella misma y el capitalismo lo que, por supuesto, implicaba un corrimiento hacia la derecha, de querer reformar el capitalismo a querer afianzarlo.
La llegada de la crisis disipó las nieblas de la confusión ideológica como el viento la bruma en el campo y obligó a aclarar posiciones. No hay términos medios y es preciso declarar de qué lado se está. Esto es lo que se propone ahora el PSOE, rearmarse ideológicamente. Para ello quiere reunir al estamento pensante afín en forma de comisiones de ideólogos compuestas por sus propias gentes de las fundaciones y expertos independientes. La misión de estas comisiones es aprestar un manojo de cuartillas con una serie de propuestas e ideas a las que después Ramón Jáuregui dará forma de programa. Su punto de referencia, el Programa 2000, de la época de Gonzalez y los concomitantes "encuentros de Jávea", con todo lo cual tuve algo que ver.
Tengo a Jáuregui por hombre recto, cabal y con criterio. No es por aquí por donde pueden venirle las dificultades al proyecto sino por el modo de recoger y debatir la información. En realidad un partido, generalmente estructurado en torno a relaciones de dependencia personal, no es el contexto más adecuado para un debate de ideas que debe ser sincero, libre y original, cuando menos. En la medida en que lo hagan militantes esas cualidades desaparecen, sustituidas por la conveniencia de justificar teóricamente lo que el mando quiere o una determinada ortodoxia de grupo. Por eso el proyecto planea incorporar a expertos independientes. Qué quede de la independencia de estos una vez se hayan integrado en las comisiones, paneles o mesas está por ver.
Guste o no a los socialistas (sobre todo a su dirección) no monopolizan el debate sobre el socialismo, que pertenece a toda la sociedad. Ni siquiera lo monopolizan en el seno de la izquierda, que es una sociedad dentro de la sociedad. Y lo primero que debe aclarar el socialismo es si la socialdemocracia está o no en la izquierda. Puede parecer una cuestión puramente nominalista y, por tanto, irrelevante. Pero no lo es por razones evidentes y menos evidentes. La evidente es que el partido de la derecha portugués se llama "Partido Socialdemócrata". En política, ya se sabe, somos laxos con los nombres pero el hecho de que se trate de este en concreto tiene su intríngulis.
La menos evidente pero quizá más importante hace referencia a los principios, algo que no apasiona a las personas prácticas, pero es más relevante de lo que parece.
Jáuregui explica que ese nuevo programa 2015, con una batería de propuestas de reformas de todas las instituciones del Estado, pretende, por así decirlo, modernizar la monarquía. No sustituirla por una República sino afianzar la situación jurídica del heredero al trono. Es decir, lo que Palinuro viene diciendo de un tiempo para acá, desde el asunto del elefante en Botsuana, el PSOE se considera a sí mismo como un partido dinástico.
¿El partido o la dirección? Que yo sepa, este dilema Monarquía-República no se ha planteado nunca abiertamente en el PSOE sino que se ha ido postergando por si la institución arraigaba. Pero le ha ocurrido a esta lo que al capitalismo, que ha llegado la crisis en forma de paquidermo, ha sido necesario decantarse y la dirección del partido lo ha hecho por la Monarquía, probablemente por razones pragmáticas que acaban siendo siempre autoritarias. De aceptar lo que dice Jáuregui está claro que la renovación ideológica y doctrinal del PSOE excluye el planteamiento republicano que, sin embargo, es el tradicional en el partido.
Efectivamente es correcto equiparar esta intención al giro de González en 1979. Entonces, el partido dejó de ser (solo) marxista; ahora deja de ser republicano. ¿Y eso no merece la pena de un debate previo y consulta amplia? Lo más amplia posible. En forma de referéndum, por ejemplo.
Porque no hace falta ser malpensado si se malicia uno que, además de convertirse en partido dinástico (mejor dicho en huevo de cáscara dinástica y contenido republicano), el PSOE pueda convertirse también en eclesiástico y que, así como la República aguarda en el limbo de los tiempos, la separación entre la iglesia y el Estado quede aplazada al regreso del Mesías.