Señor juez: como usted sabe perfectamente el poder judicial no reside en órgano colegiado alguno sino que está investido en cada juez por separado. Usted es el poder judicial y el poder judicial que usted ha sido es honra y prez de la administración de justicia, cosa que se le reconoce fuera del país pero no dentro. Y eso es lo que explica la presencia de observadores internacionales en este proceso. Hay mucha gente en el mundo interesada en saber cuál será el desenlace. Lo cual nos humilla como país pero es la mejor garantía posible para usted. Las injusticias son más difíciles de perpetrar a la luz pública; prefieren la oscuridad.
La coalición contra usted agrupa a reaccionarios y franquistas, presuntos delincuentes que pretenden conseguir la nulidad de sus acciones y colegas animados por la más negra envidia corporativa. Es una alianza fuerte pero, aunque lo fuera mucho más, no prevalecerá porque para prevalecer hace falta tener ideas y profesarlas sinceramente, no de un modo cínico, bastante frecuente. Aquí las ideas y los ideales los tiene usted y la audacia de realizarlos, también. Frente a esos ideales nada podrán la mañas, las triquiñuelas artificiosas y los pelos del rabo de la esfinge, que diría Unamuno, de la siniestra coalición.
En todos los casos en que ha tomado decisiones lo ha hecho con respeto a la legalidad y animado solo del deseo de hacer justicia. Es posible que en ocasiones se haya equivocado. Pero una equivocación, suponiendo que la haya, no es un delito. Además, las normas son interpretables por naturaleza. La función del juez es precisamente esa, interpretar las normas. Puede que algunas interpretaciones sean erróneas pero eso tampoco es delito. Construir tres casos judiciales prácticamente de la nada y mantenerlos vivos a toda costa, al extremo de seguir adelante sin la acusación del ministerio fiscal y con un tribunal que ya se ha fracturado casi a la mitad en la decisión sobre proseguir el caso o no revela una clara intencionalidad política. Como la revela claramente el hecho de perseguir penalmente a un juez por discrepancias en materia jurisdiccional.
De todos modos el firmante de esta carta y quienes quieran adherirse queremos manifestar que el juez Garzón ha ejercido sus funciones de forma ejemplar, que el país le debe mucho y que, en esta hora aciaga para él, somos muchos, muchísimos quienes lo consideramos un juez extraordinario, un ciudadano modelo y un hombre cabal.