divendres, 24 de febrer del 2012

Blanco y negro del País Valenciano.

Blanco.
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La Primavera Valenciana se extiende y se afirma en la Comunidad de Valencia. Los estudiantes de universidad y secundaria han mantenido asambleas en el día de hoy para denunciar la lamentable situación de la enseñanza pública en la Comunidad bajo el gobierno del PP, caracterizado por el despilfarro, la malversación de fondos y la corrupción galopante. Cada vez queda más claro que hay una relación de causa-efecto entre el modo de "gobernar" de la gente de Camps y sus amigos, esto es, expolio de las arcas públicas, beneficio de los corruptos y desastre y ruina de los servicios públicos y las carencias en la prestación de servicios públicos esenciales como la sanidad y la educación. O, dicho en pocas palabras, que la gente paga en desatención la estafa de unos gobernantes que o han tirado el dinero en proyectos estúpidos, propios de megalómanos paletos (no hay contradicción en los términos) o permitían que unos presuntos delincuentes se llevasen crudos los los dineros públicos.

Los estudiantes valencianos han ilustrado esta posición más concienciada y crítica llevando sus protestas ante los domicilios de Barberá y Camps y empujando a los sindicatos a que transformen la manifa prevista para el próximo 29 de febrero en una huelga general. Valencia pasa así de ser un bochorno a ser un orgullo para España; la España verdaderamente liberal, progresista, de izquierda, democrática; no la España inmoral y cursi de Camps y su gente y no menos inmoral y verdulera de Barberá.


Negro.


Pero este país no sería España de verdad si, junto a estas muestras de coraje cívico de los jóvenes no hubiera nuevas manifestaciones de ese clima de desvergüenza y corrupción generalizados que ha dominado y sigue dominando la política valenciana. Por increíble que parezca, ayer el absuelto Camps por el episodio de los trajes gracias a un jurado popular, un hombre que aceptaba voluntariamente su delito en un vergonzoso caso de unas chaquetas y unos pantalones, tenía el desparpajo de ocupar su escaño en las Cortes valencianas. Trabajo tienen en Valencia los demócratas si quieren cerrar el paso a un desprestigio mayor aun de la política como se derivaría de que un sujeto tan desequilibrado como falto del mínimo decoro volviera a desempeñar cargo alguno.

Y más negro aun es el modo en que la autoridad valenciana trata los continuos casos de corrupción a que se enfrenta, productos de su forma de hacer política. Ayer Alberto Fabra, president de la Generalitat destituyó fulminantemente a Josep Maria Felip, director de integración de la Generalitat, diz que para dar ejemplo. Pero olvidó decir que el tal Felip ya estaba en el calabozo por decisión del juez. Ayer también se supo que ese menda y otro cómplice suyo se habían embolsado, presuntamente, un millón y medio de euros de fondos para la cooperación en Nicaragua de los cuales este país centroamericano solo había recibido 40.000.

Y así es todo la Comunidad valencia, gobernada/saqueada por el PP hace ya veinte años.

Claro que debe dimitir la delegada del gobierno que manda aporrear niños; pero también el presidente de la Generalitat y la alcaldesa de Valencia y tutti quanti estén pringados en la trama Gürtel y demás tramas delictivas de esta comunidad. Y convocar elecciones anticipadas. Valencia puede ser la chispa que prenda un incendio nacional, alimentado con el combustible de la indignación de los valencianos y el resto de los españoles.