En línea con lo que decía Palinuro en la entrada de ayer, Conservar la calma, el PSOE es un activo esencial de la democracia y (añade ahora) de la estabilidad en España. Su derrota electoral no lo ha desintegrado, como deseaban sus más sañudos enemigos de la derecha y, en el fondo, también esperaba IU. Esos casi siete millones de votos no sólo son un consuelo sino una responsabilidad. Los socialistas saben ahora que lo que hagan con su partido no es únicamente un asunto suyo; es algo que importa mucho a tod@s en España.
Por otro lado, hasta los analistas políticos se han dado cuenta de que la contundencia de la victoria de la derecha se ve en el Parlamento, pero no en la calle. Es el sistema electoral el que ha operado el milagro de que 600.000 votos más al PP hayan dado a éste 76 diputados de ventaja sobre el PSOE y la mayoría absoluta, siendo así que con muchos más votos (450.000) en 2008, el PSOE hubo de gobernar en minoría.
En efecto, la mayoría absoluta conservadora no lo es en votos puesto que frente a sus 10.830.693 se alzan 12.174.712 para otros partidos que estarán más o menos cercanos al PP pero, en principio, son de la oposición. A su vez, dentro de ésta, los 6.973.880 sufragios del PSOE son más que los 5.520.832 de todos los demás partidos juntos. De aquí que corresponda al PSOE encabezarla. Tiene pues el PSOE dos tareas ante sí: a) no ensimismarse; b) ser leal oposición.
No ensimismarse. Los socialistas han convocado ya un congreso ordinario para primeros de febrero. Hasta entonces deben abrir un debate que permita después a ese congreso tomar las decisiones más acertadas. La discusión ha de ser lo más sincera y a fondo que puedan. Pero con un punto de partida: la derrota es del partido; no del candidato, ni de la campaña electoral que, por cierto, ha sido muy buena, dadas las circunstancias (Valenciano debe sentirse orgullosa), ni de Zapatero, ni de los barones. No hay culpables. Los culpables han sido los mercados, y la crisis económica con esa pesada cruz de los cinco millones de parados.
Tod@s deben hablar, exponer sus razones, hacer propuestas. Hay quien pide ya a Rubalcaba que se presente. También habrá quien pida lo contrario. La decisión le corresponde. Lo ha hecho muy bien como ministro y como candidato y su partido tiene cierta deuda con él por haberse hecho cargo de un navío en zozobra. Pero también debe hablar Carme Chacón. Habrá quien pida primarias. Y es posible que se presenten otr@s candidat@s. También han de expresarse los militantes. Además, si de verdad el PSOE está en la política 2.0, tiene que encontrar una vía en el ciberespacio para que puedan expresarse l@s simpatizantes y votantes. Recuérdese que el objetivo no es únicamente elegir un secretario general, sino definir la acción general del partido en los próximos cuatro años. También la oposición tiene un programa; no debe ir a la negatividad absoluta. Y no irá.
El PSOE tiene que hacer todo eso sin ensimismarse, sin ausentarse ni un momento de su función opositora. El país no puede permitirse el lujo de una oposición perdida en busca de su identidad. La situación no lo tolera ni los ciudadanos lo perdonarían. Tiene que estar en la oposición desde el primer día y en una oposición constructiva. Es cierto que parece irritante exigir del PSOE un comportamiento que no fue en absoluto el que tuvo el PP cuando le tocó la oposición. Pero es que los dos partidos no son iguales. No lo son en nada; en esto tampoco. Cosa que sabe todo el mundo y por eso se le exige siempre más que a los otros. Aunque es de suponer que el PSOE debe de estar ya acostumbrado. ¿O no es cierto que cuando pierde las elecciones, igual que cuando las gana lo hace sin ningún apoyo mediático, con todos los medios en furibunda contra, la iglesia en contra, los empresarios en contra, el capital financiero en contra? La base real del PSOE son los ciudadanos y estos son muy exigentes. Van a exigirle que, sin dejar de ser oposición, colabore lealmente con un gobierno compuesto por gentes que antes le negaron toda ayuda.
Ser leal oposición. Y tiene que hacerlo. Por dos razones: primera porque, una vez más, los dos partidos no son iguales. ¿Alguien imagina que Rodríguez Zapatero se dedique ahora a recorrer el mundo dando conferencias en las que explique que España es un desastre, que va a la ruina y a la quiebra porque el gobierno es una pandilla de radicales ineptos? Segunda porque es lo más sensato que puede hacer por el interés general.
Rajoy (que parece incurrir en un nuevo ataque de silencitis) ha descubierto de golpe que la situación es tan negra como parecía y no se aclara milagrosamente gracias a su feliz parusía. Ya está afirmando lo contrario de lo que dijo en la campaña -que España cumple- y pidiendo árnica a Frau Merkel y ésta ha respondido con un telegrama diciéndole que se deje de monsergas y haga lo que tiene que hacer. No van a darle los cien días de cortesía; y no será la oposición sino los suyos, que, cuanto más radicales e intransigentes, más avasallan. Los obispos ya han avisado de que rezarán por él, lo cual suele tener un precio. Aguirre asegura que estará detrás de él, cosa nada tranquilizadora. Artur Mas le muestra cómo actúa un verdadero cirujano de hierro. Y ya Cospedal, adelantada mesetaria, le vaticinó alta conflictividad callejera cuando diga lo que tiene que hacer, esperando, seguramente, ser ella quien lo diga.
Rajoy prometió gobernar para todos los españoles. Para hacerlo necesita la leal oposición del PSOE si quiere contrarrestar la ferocidad de los sectores más intransigentes de la derecha que lo empujarán al maximalismo y a la confrontación, los ultramontanos de su partido y ese frente mediático vociferante.
La situación no está para que el nuevo gobierno vaya de rodillo o se dedique a hacer oposición a la oposición. No es necesario, ni siquiera oportuno, el gobierno de concentración que pedía Bono hace una fechas, pero sí que todas las fuerzas políticas, empezando por el PSOE, comprendan que se requiere la máxima unidad de acción compatible con la firmeza en los principios. Es toda la ciudadanía la que debe aunar esfuerzos. Aquí sólo sobran los que insisten en la confrontación más irresponsable, los mentados políticos reaccionarios y su frente mediático. Esa locutora de Telemadrid que, contra toda razón, habla de Amaiur/ETA está empleando dinero público en ir contra el interés público y el parecer de los tribunales, según los cuales Amaiur no es ETA.
Es un buen ejemplo de lo que aquí se avisa de la necesidad de liberar al presidente in pectore de su guardia pretoriana. Rajoy ya ha dicho que no hablará con Amaiur. Eso es lo que hay que evitar, que disparate antes de empezar. El presidente del Gobierno no puede negarse a hablar con un grupo parlamentario. ¿O es que piensa no responder cuando Amaiur pregunte algo en sede parlamentaria? Porque eso es faltar al respeto a siete diputados, a los 333.628 ciudadanos que los han elegido y al conjunto del pueblo vasco, del que Amaiur es una parte, guste o no guste. Es tarea fundamental del PSOE evitar que el radicalismo, la hostilidad y la intransigencia de una derecha ensoberbecida destroce uno de sus más brillantes logros: el comienzo de la pacificación del País Vasco.
Es muy dura esta doble tarea de recomponer el partido y ser al tiempo leal y eficaz oposición. Un ejemplo lo aclarará más. En los años ochenta del siglo XX el gobierno del PSOE prácticamente no tuvo oposición porque la derecha estaba ensimismada en la prolongada tarea de reconstituirse.
Una ocasión más de demostrar con hechos que los dos partidos no son iguales. El PSOE es partido de gobierno hasta cuando está en la oposición. Por el bien de España y para impedir que, enajenado por sus jenízaros, el PP sea partido de la oposición hasta cuando está en el gobierno.