dijous, 14 de juliol del 2011

Rubalcaba es mucho Rubalcaba.

No por habitual deja de ser llamativa la saña con que la derecha político-mediática se ha echado sobre Rubalcaba desde que éste ha formalizado su candidatura. Tanta que parece como si sus oponentes vieran en él al Anticristo al que, dada su devoción, profesan odio intenso. Y no se crea que es hipérbole de ateo irredento. Ya ha habido ocasiones en que manifestantes de la derecha, transidos de fervor místico, han llamado Anticristo a Zapatero, a pesar de su seráfica sonrisa.

Las causas de esta animadversión están claras: Rubalcaba es el político mejor valorado del reino, muchísimo más que Rajoy; es posible que pueda atribuirse el fin de ETA, lo que pondría su popularidad a la par de una estrella de cine; tiene una considerable experiencia de gobierno; es serio, competente y cuenta con un partido unido como una piña tras él.

Por eso han arreciado los ataques y descalificaciones: que si es demasiado viejo, que si es un intrigante y hasta un trilero, que no es creíble cuando anuncia cambios respecto a lo hecho por un gobierno en el que ha sido vicepresidente, entre otras cosas. Y, ya elevando varias octavas la maledicencia, que su pasado no es limpio pues justificó los GAL y que últimamente está bajo sospecha de colaboración con banda armada. Innecesario decir que gran parte de estos ataques cuenta con el apoyo de la izquierda autodesignada transformadora que quizá no viera con malos ojos la enésima repetición del esperpento nacional de intentar procesar por proetarra al hombre que ha acabado con ETA.

Todo eso parece resbalar al candidato, quien muestra mucho aplomo, seguridad en sí mismo y controla bien los tiempos. Hace gala de una cualidad que puede dar la vuelta a las encuestas y permitirle ganar en 2012, no ya por los pelos sino holgadamente. Razón por la cual da la impresión de que aquella saña sólo oculta miedo. Rubalcaba puede ser un candidato" ómnibus" o, para aplicar a una persona la famosa condición que Kirchheimer predicaba de ciertos partidos, un candidato atrapalotodo. Palinuro lo comparaba en post anterior (Rubalvelt suena bien) con Roosevelt (Franklin Delano), no porque tengan mucho parecido sino porque, si del autor del New Deal se dijo que era el presidente demócrata al que votaban los republicanos, a lo mejor acaba diciéndose de Rubalcaba que es el candidato de la izquierda al que vota la derecha.

Que es un candidato de izquierda se sigue del parecer mayoritario de los medios en valoración de su primera declaración programática. Lo llaman guiños a la izquierda pero es por el afán de ser coloquiales. Algunos, como Llamazares, consideran que se trata de un disfraz y que no es creíble que nos salga de izquierda quien lleva años aplicando políticas neoliberales. Es posible. Está por ver. Lo que es cierto es que sus propuestas (reforma del sistema electoral, revisión de la política fiscal anticrisis, tasas bancarias, etc) lo sitúan a la izquierda y lo comprometen en su aplicación. La propuesta de reforma del sistema electoral es algo de mucho calado que el movimiento 15-M tiene que apoyar. Y, con todos los respetos, Palinuro ve el 15-M más a la izquierda que la izquierda radical y que el PSOE.

Por lo demás, su alta popularidad le da mucho crédito. Rubalcaba es un político moderado, responsable, incluso conservador y encendidamente patriota pues, entre otras cosas, habla mucho de fútbol. Hay una derecha que reconoce estas cualidades y sabe que el candidato no se dejará arrebatar por la fraseología izquierdista, aunque sea lógico que la maneje, vista la situación del país y de su partido. Y ¿qué derecha es ésta? Mucha gente de centro-derecha moderada, dialogante que no simpatiza con el clima de bronca permanente del PP en manos de su sector más radical, empeñado en destruir cuanto no controla y, sobre todo, detesta la falta de sentido nacional de un partido que ha dado pruebas suficientes de estar dispuesto a arrojar España a las tinieblas exteriores, boicoteando los esfuerzos de recuperación, a cambio de ganar unas elecciones.

Rubalcaba puede construir una base electoral hecha de la izquierda socialdemócrata y el centro-derecha moderado en el entendimiento implícito de que una situación de emergencia requiere un gobierno de base nacional. Para terminar y sin ganas de fastidiar pero, en estos días en que el país, como dicen los medios melodramáticamente, "se ha asomado al abismo", ¿alguien en la izquierda más radical podría explicar en dónde estaríamos ahora (mírese Italia, por ejemplo) si, en lugar de tomar las medidas neoliberales del 9 de mayo de 2010 que Zapatero sabía le costarían las elecciones, se hubieran aplicado las recetas de esa izquierda? La pregunta respecto a la derecha es ociosa ya que ésta no tenía alternativas sino que estaba, y está, poseída de un ciego afán de que caiga el gobierno porque cree que luego el gobierno le caerá a ella.

(La imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia de Creative Commons).