divendres, 15 de juliol del 2011

La basura a la basura.

El lío en que se ha metido Murdoch afecta al entramado mismo de la sociedad democrática contemporánea caracterizada por el imperio de los medios y las confusas relaciones entre estos y los poderes públicos. Uno de los detenidos por el caso de las escuchas y los sobornos a la policía, Andrew Coulson, que había sido editor del News of the World (NoW), el periódico que Murdoch ha tenido que cerrar de golpe a causa del escándalo, fue luego jefe del gabinete de comunicación de Cameron quien lo contrató después de que tuviera que dimitir como editor en 2007 a causa del primer caso de escuchas del periódico. Ayer Scotland Yard detuvo bajo la misma acusación (corrupción y escuchas) a Neil Wallis, segundo de Coulson que, a su vez, trabajó el año pasado como asesor de la policía metropolitana, precisamente la que estaba investigando las escuchas. Parece de chiste, pero es verdad.

La justificación tradicional de los medios es la fiscalización del poder mas cuando los dos, poder y medios, se fusionan el resultado suele ser un delito en detrimento de bienes públicos y también de ciudadanos concretos. La democracia padece y si el asunto adquiere las dimensiones que tiene este caso, se produce una crisis política de envergadura. Murdoch puede decir que se trata de "errores menores" pero suena muy falso. NoW tenía un beneficio anual de 100 millones de libras de venta en kiosco y 37 de publicidad; no era una hoja parroquial y la compañía propietaria, presidida por el mismo Murdoch planea publicar un anuncio de una página completa en los principales diarios "respetables" británicos dos días seguidos pidiendo perdón. ¿Perdón a toda plana por "errores menores"?

Claro, no son "errores menores" sino delitos a los que no tiene incoveniente en recurrir la prensa basura, normalmente de derecha o de extrema derecha, para conseguir sus objetivos: aumentar la tirada a costa de falsear la verdad, provocar, difamar a diestro y siniestro, hundir la reputación de las personas. Un buen artículo de John Carlin ayer en El país, La venganza de los serios, señalaba con precisión el momento en que comenzó la pendiente que llevó a unos medios a ser los reyes del fango: cuando se empezó a pagar por la información. Si un periódico está dispuesto a pagar siempre encontrará a alguien dispuesto a vender lo que sea. A la memoria viene aquel pintoresco Treshorras que decía que, mientras El Mundo pagara, él le contaba la guerra civil. Y si el periódico pagó por las fábulas de este menda, puede haber pagado por las de Amedo y tutti quanti, porque, como decía mi abuela: quien la hace una vez, la hace ciento. Lo cual pone a este periódico en donde le corresponde estar, entre los tabloides. Uno de los grandes dislates de la democracia española es admitir como periódico de referencia un tabloide, literalmente al servicio del PP al que ha llegado a escribirle el programa en alguna ocasión.

El FBI va a investigar las acusaciones a News Corporation de haber pinchado los teléfonos de las víctimas del 11-S en Nueva York con ánimo lucrativo, para hacer caja con su desgracia. Responde así a una querella presentada por una banco sindical gringo contra el consejo de News Corporation por haber consentido las presuntas prácticas ilícitas de Murdoch. En ese consejo figura Aznar lo que llena de alegría a sus adversarios que ya lo ven expuesto a una vindicta pública de la que saldrá con más dificultad que cuando lo de las armas de destrucción masiva en el Irak. En realidad esto no tiene mayor importancia. Aznar es un profesional de la demagogia y la hipocresía que ya tendría que haber respondido ante los tribunales por el supuesto delito de genocidio a raíz de la guerra de rapiña que contra aquel país musulmán emprendieron el orate del entonces presidente de los Estados Unidos y su valet de chambre, Tony Blair, con el español de chico de los recados.

Lo interesante es que un potente grupo multimedia, claramente situado en la derecha más reaccionaria (o sea, la defensa de los más recios valores cristianos) reconoce haber cometido delitos, si no, no pediría perdón, para aumentar su tirada e imponer un clima de agresividad, falsedad e intolerancia que lo beneficie a base de violar los derechos fundamentales de las personas. Y aquí Aznar está en su salsa, pues no hizo otra cosa en sus ocho años de gobierno, especialmente los de la mayoría absoluta, cuando trataba de encarcelar a periodistas independientes, se ponía al servicio del "Movimiento Vasco de Liberación" terrorista, permitía que su ministro de Defensa tratara de ocultar la muerte de sesenta militares españoles debida a su desidia, destruía las costas gallegas con chapapote por incompetencia, metía al país en una guerra criminal. Y para coronar esta serie de calamidades, ¿no mintió aviesamente el día del atentado de Atocha, tratando de endosar las responsabilidad de su comisión a ETA para estar seguro de ganar las elecciones sobre los cuerpos de casi doscientos asesinados? Mentira que los medios basura que lo apoyan siguen propalando porque no son medios de comunicación sino de manipulación y engaño, capaces de cualquier cosa. Como ese Murdoch, a quien el "hombre milagro" español aconseja.