dijous, 19 de maig del 2011

¿Qué hacer?

Aurora. El país entero está trastornado. El M-15 tiene una fuerza que nadie sospechaba, focaliza toda la atención mediática nacional y parte de la internacional, ha relegado al olvido la campaña electoral y ha dejado fuera de juego a los políticos colgados de la brocha de los mítines. El M-15 (o cualquiera sea su nombre) no era una algarada juvenil efímera sino una movilización ciudadana muy madura a fuerza de ser escrupulosamente pacífica; muy rápida y flexible por estar coordinada en la red; muy representativa debido a su pluralidad: la mayoría es de jóvenes, no necesariamente estudiantes, pero también hay muchísima gente mayor y muy mayor. José Luis San Pedro, por ejemplo.

Sobre todo el movimiento se percibe como legítimo. Sus reivindicaciones son la gestión de la crisis, la corrupción, la inoperancia del sistema político, los privilegios de los políticos. Cuestiones que llevan meses aflorando en los barómetros del CIS y sobre las que todo el mundo predica sin que nadie haga nada. El M-15 está haciéndolo y eso ha sumido en el desconcierto las instituciones que no saben cómo responder. He leido una web de la policía en la que se ve que el movimiento tiene muchos simpatizantes entre las fuerzas del orden. Es un movimiento legítimo y sus reivindicaciones las comparte todo el mundo en España. Hasta los corruptos, supongo que de boquilla.

Manos fuera. Precisamente por eso, el M-15 debe mantener celosamente su independencia frente a los intentos de los partidos, singularmente los de izquierda, de instrumentalizarlo. Frente a los sindicatos, en breve, frente a todos los elementos constitutivos del sistema político que ha hecho crisis con la crisis. Debe evitar contaminarse, como dicen los jueces porque, en tal caso, se convierte en arma arrojadiza y deja de servir. Y los partidos deben tener la elegancia de renunciar a ponerse al frente de la manifestación. Muchos de sus militantes están en el M-15 y ahí deben seguir a título personal.

Refundación del sistema político. Desde esa independencia, el M-15 tendrá que dar a conocer sus propuestas de cómo realizar las reividicaciones de más arriba. Es decir, un manifiesto o un programa. Pero uno de verdad, práctico, porque los que se han visto hasta la fecha como propuestas están vacíos, son retóricos, se limitan a reformular las reivindicaciones, sin hacer propuestas prácticas. Hay varias pero una es esencial y previa: cómo se reforma la ley electoral. Así:

Después de las elecciones del 22 de mayo (en las que, en mi opinión, toda la izquierda debe ir a votar a partidos de izquierda y no abstenerse), si gana la derecha, pedirá elecciones generales anticipadas, cosa que hay que evitar porque se harán con la vieja normativa. Lo que resta de la legislatura debe emplearse en una reforma del sistema electoral que permita llegar a mayo de 2012 con una normativa más justa. Tal cosa sólo puede lograrse mediante una comisión parlamentaria en la que se dé cabida a los/as representantes del M-15. Una nueva normativa para elegir unas Cortes cuasi constituyentes, capaces de abordar una profunda reforma de la Constitución equivalente a una refundación del sistema político en la cual no haya nada intangible. Ni la monarquía. Ni el derecho de autodeterminación.

El partido recházalo-todo. El problema de este plan es que, en el ínterin, el M-15 debe conservar su legitimidad, su presencia y, sobre todo, su eficacia. Para lo cual no es insensato constituirse en partido político, de nuevo cuño, asambleario, digital, recházalo-todo, pero con personalidad jurídica y capacidad para presentarse a las elecciones. Así tendrán a quien votar todos los que consideran que no tienen partido al que hacerlo, más quienes piensen que los mayoritarios han bloqueado la necesaria reforma de la democracia española.

(La imagen es una foto de StephaneMGrueso, bajo licencia de Creative Commons).