Si la Junta Electoral Central mantiene su prohibición de la manifestación de mañana y las concentraciones, lo más sensato que puede hacer el M-15 es acatar la decisión, aunque sea injusta y hasta ilegal, y levantar el campo esos dos días. Por varias razones:
1ª: no hay que dar pretexto alguno a que se desencadene la represión. Es posible que ésta sea inevitable; pero no tan pronto.
2ª: hay que garantizar la plena normalidad de la jornada electoral.
3ª: hay que mostrar que se controla la situación cuando es necesario.
4ª: hay que probar la solidez del proyecto convocando de nuevo a acampar el lunes, veintitrés.
Internet seguirá funcionando y facebook y los dos días de carencia pueden aprovecharse para seguir organizando la acción y perfeccionando el manifiesto o programa. Algo en la línea de lo de la imagen pero mejorado, más sistemático.
Además, hay que ir a votar. Llegados a este punto de debate público en que vuelven a plantearse temas cruciales de la organización política del país, la abstención ya no es una opción. Las elecciones autonómicas y municipales son importantes en sí mismas pero también se han convertido en algo más, en un duelo entre quienes quieren un cambio y quienes no lo quieren. Los primeros todavía no tienen una opción propia a la que votar. Deben hacerlo pues por aquellas que les sean más próximas, en lo esencial los partidos de la izquierda, cualquiera de ellos.
Ya habrá luego tiempo para discutir sobre quién sea la verdadera izquierda, cuestión bizantina que apasiona a la izquierda.
Proponer que se acate una decisión posiblemente injusta no es grato y lo que pide la sangre es mantenerse en el ejercicio de un derecho que no se debe reprimir. Pero hay que pensar si esa resistencia puede enajenar al movimiento las simpatías de los ciudadanos y, por tanto, su apoyo.
(La imagen es una foto de Ana_Rey, bajo licencia de Creative Commons).