Camps es ya el candidato oficial del PP a la presidencia de la Generalitat valenciana. El PP propone a la ciudadanía valenciana como su mejor representante a un hombre imputado por cohecho. Ignoro qué idea tiene Rajoy del electorado valenciano pero, a primera vista, parece bastante baja puesto que sitúa a los ciudadanos en la disyuntiva de no votar o de depositar su confianza en una persona que puede ser que no la merezca. Esto recuerda la que se armó en el país cuando se trataba de que el imputado Barrionuevo fuera en las listas del PSOE. Habrá quien diga que el supuesto delito era de importancia muy distinta. Pero delitos son y su importancia política es la misma, aunque la penal no lo sea.
Sin duda, y supongo que será la argumentación del PP para tan arriesgada apuesta, hay que respetar la presunción de inocencia y no hacer juicios paralelos. Efectivamente y aunque sea fácil probar que el PP no sigue sus propias máximas cuando se trata de casos de otros partidos, tiene la suerte de que los demás sí lo hacemos, respetamos la presunción de inocencia y nos abstenemos de juicios paralelos. Pero la decisión política no puede depender del proceso judicial, entre otras cosas porque ya hay datos suficientes en la realidad sin necesidad de tocar la presunción de inocencia ni de hacer juicios paralelos porque son hechos que ya se han dado y son incontrovertibles y del dominio público.
Empezamos por el de que Camps ya ha mentido a la opinión paladinamente al asegurar que se paga sus trajes pero sin demostrarlo. Este asunto de los ternos se da ya por cierto y los compañeros de partido de Camps no lo niegan pero dicen que no tiene importancia. Y claro que la tiene porque no depende de la cuantía. Un regalo de un traje es lo mismo a los efectos morales que un regalo de un buque.
Igualmente es cierto que Camps ha presumido en público de tener una amistad tan estrecha con el anterior presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que el nombre de amigo se quedaba corto. El mismo presidente que no tuvo empacho en pronunciarse en la causa contra Camps dictando un archivo que lo favorecía claramente.
Igualmente cierto es e independiente del proceso que Camps manifestó en repetidas ocasiones que estaba deseoso de acudir a declarar porque así quedaría diáfano que él no tenía nada ocultar. Sin embargo sus abogados se han apuntado a la práctica de obstaculizar al máximo el proceso y él, en concreto, cuando fue llamado a declarar se acogió a su derecho a no declarar.
Por último es también un hecho que Camps, que lleva un par de años sin dar ruedas prensa, en sus comparecencias públicas no contesta a las preguntas de los periodistas cuando versan sobre la Gürtel o sobre su situación personal. Un comportamiento tan insólito no tiene nada que ver con las convenciones democráticas acerca de las relaciones entre los políticos y los medios.
En resumen, Camps no reúne las condiciones éticas ni políticas necesarias para ser candidato a nada en una democracia. Al nombrarlo a la presidencia de la Generalitat valenciana, el PP se ha cavado su tumba electoral porque va a conseguir que la Gürtel tenga la incidencia que merece en la campaña electoral. Es decir, que ésta esté presidida por el mayor escándalo de corrupción y latrocinio de la democracia española que tiene como eje precisamente al propio PP.