Tendencias, los sondeos marcan tendencias. Las que muestra el último Publiscopio (que, por cierto, está haciendo un trabajo espléndido de acopio e interpretación de datos) son nítidas: el PP baja y el PSOE sube. Sigue habiendo notable diferencia, pero tiende a disminuir y puede haber vuelco. Es más, suena plausible.
El PSOE encara un resto de legislatura relativamente estable y tranquilo y que auspicia mejoras. Lo crisis parece haber tocado fondo y, aunque no haya una mejora inmediata, más abajo quizá no quepa ir y eso está ya asumido. De producirse alguna variación lo más razonable es que sea a mejor. Ha habido medidas tremendamente impopulares, pero los gobernantes han mantenido viva la creencia de que su preocupación es la política social. En el Congreso el Gobierno ha salvado los presupuestos y puede seguir con la "geometría variable". Su moderación legislativa (que muchos consideran achantamiento, cuando no traición) desarma las causas de movilización de la derecha, especialmente de la Iglesia. Su política antiterrorista (y la de los anteriores) puede acarrear el milagro de la desaparición de ETA. La contundencia de las medidas de Zapatero (recortes sociales, cambio de gobierno) refuta la idea del Zapatero desbordado y dubitativo. Y esto del liderazgo es muy importante. Todos, pues, motivos para confiar en la remontada.
Pero el verdadero motivo para el optimismo en los socialistas es el calamitoso estado del PP y la bajísima calidad de su oposición.
La corrupción tiene a la derecha literalmente acogotada y no solamente debido a las diversas causas judiciales abiertas, algunas, como la Gürtel de dimensiones terroríficas, sino también por las no judiciales, por esa peculiar forma de la derecha de entender la relación entre lo que se dice y lo que se hace, o la que debe haber entre las actividades privadas y las públicas. Asuntos como el sueldo de María Dolores de Cospedal en época de penurias o la intervención del bufete de Trillo en asuntos de su partido hacen un daño a la imagen del PP difícil de exagerar. A esto se añade que la posición parlamentaria de los conservadores es harto incómoda. La mayor parte de las veces se quedan aislados con la ocasional compañía de UPyD. Esa soledad y falta de entendimiento con los demás es lo que hace que ni en las horas más bajas del Gobierno, haya sido la moción de censura una opción realista para la derecha. De ahí su insistencia, su matraca con que Zapatero convoque elecciones anticipadas cada vez que estornuda.
El PP se ha explicado poco en lo referente a sus intenciones y proyectos y, para arreglarlo, da a entender que su fórmula para España sería la de Cameron, el "cirujano de hierro" anglosajón. Algo que tiene muy mala prensa aquí. Desde el punto de vista de la derecha, nada hay más lógico que echar a 500.000 funcionarios; podría en realidad echarlos a todos y luego nombrar a dedo a los que necesitara con lo cual le deberían el cargo, que perderían si el patrón perdiese las elecciones. O sea, los cesantes del siglo XIX. Notable avance. También es lógico desde ese punto de vista conservador que las universidades tripliquen el coste de las matrículas. Al fin y al cabo, ¿para qué quieren estudiar los pobres? Así resulta que luego no se encuentran criados. Todo eso como que hay que bajar los impuestos a los ricos (ellos dicen "empresas") o eliminar el de sucesiones, está muy puesto en razón para la derecha y muy en sinrazón para muchísima gente, seguramente la mayoría.
Añádase que la oposición de la derecha ha sido lamentable. Orientada por el exclusivo fin de echar a los socialistas del gobierno ha resultado pobre, agresiva, contradictoria, demagógica y desleal. Esto es, pobre porque no ha aportado propuestas positivas a ningún problema común; agresiva porque se ha hecho con intemperancia, malos modos y frecuentes insultos y acusaciones infundadas; contradictoria porque en un sitio se bendice lo que en otro se recurre al Constitucional; demagógica porque atiza conflictos sin tener la responsabilidad de administrarlos; desleal por que no se presta apoyo al gobierno del Estado cuando se ven afectados los intereses de éste.
Si alguien precisa alguna ilustración que vaya a la foto de González Pons en una manifa antimarroquí y prosaharauis rodeado de banderas del Sahara, norteafricanos y rojos de todo pelaje. Desde el momento en que el PP es el el partido de los trabajadores al decir de María Dolores de Cospedal, cosa que se echa de ver en que Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid y grande de España no llega a fin de mes, como un mileurista cualquiera, es lógico que el portavoz y otras autoridades sortirán al carrer a encontrarse con sus compañeros; lo que no es tan probable es que consigan los votos de estos.