diumenge, 14 de novembre del 2010

Berlanga.

Siempre que se muere alguien, sus parientes, allegados y conocidos sienten la necesidad de decir algo, contar alguna anécdota, rememorar una situación, resaltar algún rasgo del finado. Es el único recurso que nos queda a los seres humanos de reñir su victoria a la muerte, de retener al difunto, de hacerlo pervivir, al menos mientras dura el recuerdo porque los muertos viven en la memoria de los que restan.

Cuando muere un hombre grande, esa necesidad la siente mucha más gente, gente que no lo trató, que no lo conoció. Supongo que se debe al hecho de que los grandes hombres tocan la vida de muchos, muchísimos más de los que los conocieron. La grandeza de los hombres se mide por la marca que dejan en las vidas de los demás, de sus contemporáneos de quienes los sucedieron, de quienes nazcan cuando ellos se hayan ido. Lo que han dicho, escrito, pintado, esculpido, filmado; en definitiva, lo que hayan hecho se integra en esa misteriosa materia que llamamos la vivencia de cada uno. Y por eso, a su muerte, cada uno se siente llamado a sí mismo, a evaluar cuánto de ese sí mismo le debe.

Hay un curioso artículo en La Razón en el que hablan dos personas, María Revilla y Jesús Duarte, que fueron figurantes en Bienvenido Mr. Marshall que se rodó en su pueblo, Guadalix de la Sierra, provincia de Madrid; el "Villar del Río" de la película. Berlanga ha sido decisivo en la vida de ambos. Eso es lo que quiero decir. Para mí Berlanga es Bienvenido Mr. Marshall. He visto casi todo su cine y reconozco su alta calidad pero Bienvenido me parece su obra cumbre. Todo artista tiene siempre una obra que destaca sobre las demás. A veces ese título recae en obras distintas, según quién hable de ella, pero ese es otro asunto.

Bienvenido es una metáfora de un tiempo y un país, como decía Raimon. En 1953, fecha de la película, España retorna al mundo de la mano del Vaticano (Condordato) y los Estados Unidos (Tratado bilateral) y comienza a despertar de su sueño autárquico. En Bienvenido es un sueño dentro de un sueño. Pepe Isbert despierta de su sueño de ser sheriff del pueblo en vez de alcalde y ese despertar se da dentro de otro sueño, el de la llegada del Plan Marshall del que, a su vez, despierta el pueblo entero cuando la caravana pasa de largo en una nube de polvo. ¿O no había polvo y lo pone mi memoria traidora?

El Plan Marshall llevaba ya cinco años funcionando en Europa y de él había quedado expresamente excluida España por razones políticas. En 1953 volvían los "americanos", lo cantaba Lolita Sevilla en la película ("Americanos, os recibimos con alegría"), y en España se les daba la bienvenida al modo en que Italia los había recibido nueve años antes, como liberadores, repartiendo chocolatinas y otras mercedes de mayor sustancia. Así que Bienvenido es el neorrealismo español. Un neorrealismo con toques buñuelescos. Porque en Berlanga había mucho de Buñuel o viceversa.

Y me gusta recordar que el guión lo hicieron Bardem, Berlanga y Mihura. Lo mejor de entonces.

(La imagen es una foto de Agirregabiria, bajo licencia de Creative Commons).