La murga de la clerigalla con motivo de la reforma de la ley del aborto está aburriendo ya hasta a las ovejas de su propio rebaño que han empezado a sublevarse contra las coacciones de los sepulcros blanqueados al estilo de Monseñor Martínez Camino. El segundo de Monseñor Rouco Varela debe de creer que los políticos católicos españoles son niños necesitados de disciplina o bobos de capirote. Y por ello alterna las amenazas de excomunión con los habituales apaños de la Iglesia católica para hacer mangas capirotes con la moral y el principio de responsabilidad individual. Insiste el citado Martínez Camino en que los políticos católicos que voten a favor de la reforma del aborto quedarán eo ipso excomulgados pero que serán readmitidos en el seno de la Iglesia si, previa confesión, manifiestan luego públicamente su arrepentimiento. O sea, lo de siempre con estos mercaderes de la gracia: pecas, te confiesas, te arrepientes y a otra cosa, mariposa. ¿Se puede ser más hipócrita?
Sí, se puede. Ahí está el flamante nuevo obispo de San Sebastián haciendo méritos con la carcunda para lo cual equipara a los abortistas con ... ¡la rancia burguesía del siglo XIX! ¿Se ha vuelto marxista el monseñor o, hipócrita hasta las cejas, abomina hoy de lo que santificaba ayer?
(La imagen es una foto de piotr.amigo, bajo licencia de Creative Commons).