Tengo escrito que el caso Gürtel se lleva por delante al PP tal como lo conocemos. Los episodios del último mes son la secuencia de una voladura del partido que nadie probablemente quiere pero nadie sabe cómo evitar. El sondeo de Metroscopia para El País que mide el clima social en noviembre tiene, como los ritos de Merton, dos funciones: una manifiesta y otra latente. La manifiesta consiste en informarnos de que, con la que está cayendo, el señor Rajoy no sólo no remonta sino que su prestigio está literalmente por los suelos. Una mayoría de ciudadanos cree que ha gestionado fatal la crisis Gürtel. Un 71 por ciento desaprueba su labor de oposición y un fabuloso 83 por ciento dice que le inspira poca o ninguna confianza; no confían en él ni sus votantes; el 68 por ciento de estos para ser exactos. El 48 por ciento de los votantes añade que no es él quien manda en el PP. Del partido las opiniones son de parecida alegría: el 71 por ciento cree que está desunido y el 48 por ciento piensa que no sabe lo que quiere. Resultado: el PP y el PSOE vuelven a estar en empate técnico en intención de voto. En el barómetro de diciembre la ventaja será a favor del PSOE.
La función latente consiste en informarnos de que el fracaso del señor Rajoy es un fracaso doble o triple porque el adversario que ha de batir está igual que él, si no peor. Un 67 por ciento tiene poca o ninguna confianza en el señor Rodríguez Zapatero; son muchos, pero menos que los que desconfían del señor Rajoy. El 40 por ciento de los votantes del PSOE desconfía de su Secretario General, veinte puntos menos que los desconfiados del PP. El 76 por ciento de los ciudadanos (tres de cada cuatro) cree que el Gobierno improvisa. Rajoy vence en este punto pues sólo el 68 por ciento cree que no tiene ni guarra de a dónde va. En cambio la mayoría de los votantes socialistas aprueba al Presidente del gobierno mientras que al señor Rajoy lo desaprueba una mayoría de los suyos. Es decir, el fracaso del señor Rajoy es especialmente grave puesto que es incapaz de imponerse a un adversario en situación de K.O.
A esta situación ha llegado el PP en primerísimo lugar por aquella absurda convicción de que la corrupción no pasa factura en intenciòn de voto, como si los diez millones de votantes del PP fueran una partida de mangantes. Luego, por el hecho de que, como líder, el señor Rajoy tiene poco que hacer frente a la señora Aguirre y al señor Camps porque estos están respaldados por la única fuente de legitimidad respetada en democracia, que son los votos a raudales mientras que el señor Rajoy, derrotado en dos elecciones, representa la ya muy periclitada legitimidad del dedazo aznarino.
Se añade que el estado en que se encuentran ambos pilares territoriales del partido conservador no es boyante. Ambos están corroídos por la trama Gürtel y corroídos a nivel celular. La presencia de los capi mafiosi, como don Vito Pastuqui, en los actos ceremoniales del PP, incluidos los privados, al estilo de la boda escurialense prueba que la trama ha corrompido el tejido institucional madrileño y valenciano por intermedio de los cargos y militantes corruptos del PP.
Luego cada uno de ellos ha reaccionado de forma distinta pero en los dos casos ha chocado de frente con la Dirección Nacional en sendos conflictos que el PP no puede permitirse el lujo de ignorar. De un lado el señor Camps, aferrado a su cargo como el mejillón a la roca, ha provocado una situación incendiaria en su comunidad en la que la mayoría de la gente piensa que debiera dimitir. Es una aportación sublime a la politología. Allí donde Locke teorizó el "gobierno por consentimiento", el señor Camps inaugura el "gobierno por disentimiento".
La reacción de la señora Aguirre, o la cólera de Dios, en Madrid ha sido más devastadora, poliédrica y provocadora que la de Barcelona. La señora Aguirre, responsable política de los imputados en la trama Gürtel; la señora Aguirre que aún no ha explicado cómo funciona la fundación Fundescam; la misma señora Aguirre cuyos colaboradores están imputados en el caso gestapillo, se pone a la cabeza de la manifestación, pidiendo responsabilidades por la Gürtel y lo que sea preciso. El arrojo de la condesa consorte descoloca siempre de tal modo al plebeyo señor Rajoy que no es probable que la situación pueda resolverse. La condesa se cree con fuerzas para dirigir el PP y ser candidata en las elecciones de 2012. Sólo un débil, vacilante y contradictorio señor Rajoy está en su camino. Esto es una lucha por el poder que, siendo la política la continuación de la guerra por otros medios, según Foucault, admite todo y en ese "todo", la duquesa gana: es más ágil, tiene más pegada y menos escrúpulos.
(La imagen es una foto de Junjan, bajo licencia de Creative Commons).