dijous, 8 d’octubre del 2009

Se acabó la farsa.

La Corte Constitucional italiana ha devuelto la dignidad a los italianos impidiendo que se consume la última arbitrariedad de ese indeseable que tienen de primer ministro de ponerse por encima de la ley. Un intento de reventar el Estado de derecho atacándolo en su misma médula, el imperio de la ley y el principio de igualdad de todos ante ella con igualdad de responsabilidad. La intención de que alguien, él en concreto y dos o tres cargos más, para disimular, no sean responsables por sus actos.

De inmediato ha dicho Il Cavaliere que la decisión es política y que el Tribunal Costitucional está lleno de izquierdistas que, ya se sabe, lo persiguen contra todo derecho. Estos personajes, estos Berlusconis, Aznares y Rajoys son iguales en todas partes: juegan a la democracia y al Estado de derecho mientras les conviene pero, si las cosas se tuercen, tiran contra ellos, los deslegitiman porque, en el fondo, no son demócratas; ni siquiera son políticos sino sátrapas arbitrarios acostumbrados a hacer lo que quieren e imponer su voluntad por los medios que sea en la esperanza de que gozarán siempre de impunidad. El señor Berlusconi tendrá ahora que comparecer ante dos tribunales de justicia, a responder por sus hechos. Igual que es de esperar que algún día comparezca ante otro el señor Aznar por la canallada de la invasión del Irak decidida contra toda legalidad internacional en las Azores.


(La imagen es una foto de fabbio, bajo licencia de Creative Commons).