dimarts, 6 d’octubre del 2009

Ni títere con cabeza.

La trama Gürtel es mucho más grave, profunda y extensa de lo que se ha venido pensando hasta la fecha. Los nuevos datos procedentes de ese relato de las Minas del Rey Salomón que es el famoso e inagotable informe de la policía implican, según parece, al Gobierno del PP de Castilla y León en una de esas charranadas protagonizadas por el señor Correa y algún alto cargo del gobierno regional con la habitual lluvia de adjudicaciones ilegales, pago de comisiones y actividades ilícitas de todo tipo. Con este gobierno autonómico son ya cuatro del PP los que aparecen pringados en actividades corruptas siempre en el marco de la red empresarial gürteliana.

Se dirá lo que se quiera pero esto ya no es un escándalo ordinario de corrupción en el que un alto cargo aislado, un funcionario de un ministerio o una Comunidad entra en tratos con una red mafiosa ocasional y se corrompe para su beneficio (o perjuicio) personal. Al contrario, lo que las investigaciones judiciales y policiales están poniendo en claro es la existencia de una red omnipresente de prácticas ilegales sistemáticas que viene funcionando de tiempo atrás, pensada para expoliar los bienes públicos en beneficio a) de los cargos del partido del gobierno corruptos, b) del propio partido y c) de los presuntos delincuentes que llevan años cobrando y pagando comisiones ilegales, organizando actos del PP, financiando al partido y apaleando millones procedentes de este expolio monumental, generalizado y que ahora la policía anda buscando en los paraísos fiscales mundo adelante.

Realmente tenía razón el Curita cuando decía que eso de los trajes regalados del Bigotes era una fruslería. Efectivamente, por muchos y llamativos que hayan sido los bienes y servicios que se hayan empleado en forma de cohechos para comprar las voluntades de los gobernantes del PP o agradecerles (a ellos y a sus familiares) los servicios prestados, son peccata minuta en comparación con esta fabulosa maquinaria de enriquecimiento ilícito puesta en marcha, aparentemente, por ese genio de la tramoya delictiva que ha resultado ser el tal Paco Correa, (a) Pastuqui, hoy en prisión preventiva. ¡Qué injusta es la vida! Un hombre capaz de organizar esta especie de Estado parásito dentro del Estado, esta tenia de los millones que circulan por los vericuetos intestinales de las administraciones públicas, merecía un destino mejor que estar entre rejas. Quizá debieron nombrarlo administrador en aquellas famosas privatizaciones del Gobierno del señor Aznar que luego se entregaban a los amigos del cole.

Porque esa es otra: ¿quién sabía qué de toda esta fantástica historia de la rebatiña general de los recursos públicos? Pues según se desprende de la correspondencia que los responsables de la red gurteliana mantuvieron con los responsables del PP en ocasiones en que los mecanismos de apandar no funcionaban con total corrección y era necesario acudir a las habituales prácticas mafiosas para cobrar deudas mediante presiones y amenazas, los principales cargos del partido, los señores Fraga, Rajoy, Arenas, que eran los destinatarios de esa correspondencia villana con amenaza de ajustes de cuentas. Otra cosa es, naturalmente, que ellos personalmente leyeran dichas misivas pero, desde luego, de haber querido, habrían podido hacerlo con lo que ganarían una visión muy ajustada del estado de la cuestión.

Una última palabra acerca del impacto de todo esta Babilonia delictiva sobre las fortunas electorales del partido de la derecha. El tradicional pesimismo español y la resignación secular de nuestro pueblo frente a las prácticas de abuso de los señoritos de siempre, amparados en sus privilegios y su espesa red de contactos y amistades con quienes debieran vigilar por el interés público y lo hacen a su manera (el caso del señor Camps con su amigo y benefactor el juez De la Rúa) hacen pensar a muchos que, a diferencia de otros países en los que estos comportamientos supondrían un castigo fulminante, en el nuestro no pasará nada sino que, al contrario, los electores premiarán a los corruptos aupándolos a los puestos de poder o manteniéndolos en ellos. Algo de eso parecen pensar asimismo algunos de los principales beneficiarios de este estado de cosas, como el señor Fabra o el reiteradamente citado y esperpéntico señor Camps cuando invocan su respaldo electoral como especie de patente de corso. Y seguramente habrá sido así hasta la fecha. Pero este asunto es ya demasiado grave y general para que no haya un vuelco en tan infausta tradición. Trátase de una especie de repetición hispana del fenómeno italiano de Tangentopoli, aunque concentrado en un único partido, el PP, cuyos dirigentes, sin duda conocedores de las consecuencias que puede tener esta nueva operación al estilo de mani pulite puesta en marcha aquí por el juez Garzón, dispararon por elevación contra los cimientos mismos del Estado de derecho en nuestro país, los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad del Estado, la administración de justicia, etc. Con escaso resultado porque, como se muestra en el sondeo realizado para el diario Público sobre la reaccion ciudadana a los escandalos de corrupción de la trama Gürtel en el PP, hay ya una mayoría de ciudadanos que pide medidas y dimisiones y esto no ha hecho más que empezar.

No sería lógico que se llegara a las elecciones de 2012 sin que el partido conservador acuse este golpe y sin que haya tomado medidas de regeneración drástica que equivalgan a una refundación. España necesita una derecha democrática, libre de los dos pozos negros que atenazan las posibilidades de la que hay: los innobles vinculos con el franquismo en el pasado y la podredumbre de corrupción caciquil que lo devora en el presente en sus tareas de administración pública y que, a estas alturas, no tiene parangón con ninguna tropelía que pueda haber realizado el PSOE.

(La imagen es una foto de Carlesmari, bajo licencia de Creative Commons).