dimecres, 16 de setembre del 2009

Grupo, manada, jauría.

Dejado a sí mismo el ser humano aislado es capaz de las mayores heroicidades o las mayores villanías indistintamente y sin que sea posible determinar de antemano cuál será su comportamiento. Agregado a otros de su naturaleza y condición, convertido en parte de una masa, en muchedumbre, ese mismo ser humano parece perder la capacidad heroica y sólo comete atrocidades, siendo posible predecir con relativa certidumbre su comportamiento: salvas excepciones, el hombre en grupo tiende al mal. Es como si, al interrelacionarse, las personas unificaran su comportamiento de acuerdo no con los ideales más nobles sino con las pautas más brutales que entre ellas se den. Las cazas de brujas, las lapidaciones colectivas, los pogromos, los tormentos y ejecuciones públicas, los linchamientos son fenómenos gregarios, de psicología de masas, de esas que movieron estudios como los de Le Bon, Reich y otros, allí donde el juicio moral, que es siempre individual, parece esfumarse en una embriaguez colectiva que lleva a la gente a las barbaridades que ya retrataba Eurípides en Las Bacantes, atribuyéndoselas al maligno imperio de Dionisos.

Si lo anterior es cierto desde tiempo inmemorial y referido al trato que unas personas dispensan a otras, ¿qué no sucederá con los animales? La festividad del Toro de la Vega, en Tordesillas, consistente en que una manada de bípedos implumes alancea hasta la muerte a un toro confundido, aterrorizado, agonizante entra de lleno en las consideraciones anteriores, es ejemplo palpable de los abismos de estupidez e inmoralidad en que se precipita el hombre cuando, reunido en manada y animado por los efluvios dionisiacos, alcanza la condición de jauría. Las escenas (las menos sangrientas) que se observan en el vídeo siguiente muestran claramente en qué consiste la diversión del rey de la creación cuando se anima en público y deja claro que así como llevamos ante el juez a esos imbéciles que apalean a alguien en grupo y lo graban en vídeo, habría que procesar a esa jauría de energúmenos sin mayores explicaciones. Urge reformar la legislación penal e incluir el delito de tortura a los animales.


No es necesario insistir ni malgastar el tiempo discutiendo con quienes defienden estos usos y prácticas invocando la tradición, los festejos populares y la conservación de las especies. Basura argumental para consumo de zoquetes. Sólo quisiera añadir una consideración: ¿se han fijado en que todos los que acosan al toro en el vídeo son hombres? ¿Se han fijado en que, a diferencia de Las Bacantes euripideanas, casi todos los participantes en estas brutalidades son hombres?

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).