Según leo en Público, una asociación privada celebrará un referéndum el próximo 13 de septiembre en Arenys de Munt en el que se preguntará a los seis mil habitantes del pueblo si quieren que Cataluña sea independiente. O sea, un referéndum de autodeterminación. No vinculante, jocosa la cosa, como cultural y festiva, pero autodeterminación.
Supongo que alguien pedirá que se declare ilegal la consulta; los falangistas del lugar están como si hubieran bebido ricino, el señor Rajoy echa las muelas, algún despistado saldrá diciendo que ZP anda troceando España (¡eso y que el trozo más grande que quede sea como Arenys de Munt!) y los de las plataformas de la unidad patria irán a rojigualdear el pueblo.
Nunca entendí por qué la izquierda española dejó de defender el derecho de autodeterminación de los pueblos que habitan España y, en gran medida, pasó a defender lo contrario. El derecho de autodeterminación me parece un derecho fundamental de la persona en su faceta individual y colectiva. Negarlo en la segunda, a veces con razones especiosas, no es convincente. Creo que los españoles debemos implantar el derecho de autodeterminación de las naciones que conviven en el Estado, aceptar que se ejerza y respetar su resultado. En mi modesta opinión esto es la único que podría cimentar una verdadera unidad hispana (incluso ibérica, si los portugueses se unen a la fiesta), esto es, que lo sea voluntariamente.
La cerrada negación del derecho de autodeterminación está fabricando independentistas. Estoy convencido de que si se convocaran hoy referéndums de autodeterminación en Galicia, Euskadi y Cataluña, ganaría la opción española. Pero no me atrevo a decir qué pasaría dentro de veinte años si los nacionalistas españoles siguen dominando el cotarro e impidiendo el ejercicio de la autodetermiación.
A la larga y se llame como se llame, habrá que reconocer ese derecho tal como están las cosas en el mundo globalizado y estarán en el futuro inmediato. Cuanto antes se haga, mejor para todos, menos tiempo perderemos en debatir asuntos oscuros de convivencia que no tendrían por qué estar planteándose sistemáticamente. Espero que no me caiga el habitual chorreo por esto: soy y me siento español; votaría que sí al reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones en España y votaría que no a la independencia de alguna de ellas. Por supuesto, nada de lo anterior rige mientras exista una banda dedicada a asesinar a la gente entre otras cosas en defensa del derecho de autodeterminación.
Así que será interesante saber qué saldrá en Arenys de Munt y, si gana la independencia, por cuánto.
(La imagen es una foto de PacoR, bajo licencia de Creative Commons).