dimecres, 6 de maig del 2009

La bohemia parisién.

La compañía de la Ópera Romántica estrenó ayer la Bohème, de Giacomo Puccini en el teatro Compac de Madrid, primera de una serie de cuatro, otra más de Puccini y dos de Verdi, todas ellas muy populares.

La Bohème, basada en la famosa novela por entregas de Henry Murger, Escenas de la vida de Bohemia es una serie de cuadros costumbristas en la que se alternan momentos cómicos y trágicos, lo que da a la pieza un ritmo insólitamente rápido para tratarse del género, aunque un tanto deslavazado. Los intérpretes hacen un trabajo lucido sin grandes virtuosismos que alcanzan sus mejores momentos en los dúos, en especial, el que me pareció más bello y logrado, el cruzado de las dos parejas de Rodolfo (tenor) y Mimí (soprano) de un lado y Marcello (barítono) y Musetta (soprano) del otro. Los otros momentos, especialmente los de calle, con muchos figurantes, me parecieron en cambio menos logrados y más confusos. En general el autor sabe transmitir el carácter incierto, romántico y, sobre todo, joven de esta vida de bohemia, cosa que se observa en los temas a los que da relieve. La presencia de los leit Motive es bienvenida en una obra que no tiene estructura de trama y el autor los lleva a tal extremo que hay escenas que suenan wagnerianas, con gran contraste con los temas tratados por el músico alemán.

Es fama que la obra de Murger y la versión operística de Puccini (y la de Leoncavallo) consagraron la expresión "bohemia" (por lo demás, una región de Chequia) para calificar la vida de los artistas sin medios económicos que vivían a salto de mata y de forma poco convencional por lo que se los conoce desde entonces como "bohemios". La obra inauguró también adelantada el género del melodrama porque tal es la historia de los amores desgraciados del pobre e iluso poeta con la puta de buen corazón que muere joven de miseria pero enamorada de su héroe.

Siendo "escenas" de la vida bohemia y al carecer de trama la obra queda reducida a la historia del amor de Mimí que sigue pautas similares a las de las otras mujeres de Puccini (Manon Lescaut, Madame Butterfly) que mueren por el amor de un hombre. Ya hablaremos más detenidamente de esa visión pucciniana de las mujeres sacrificadas siempre al amor de los hombres cuando lo hagamos de Madame Butterfly de próxima revisión en Palinuro.