dimecres, 6 de maig del 2009

Lehendalópez.

Cayó el último bastión nacionalista en España. En este momento, de las tres Comunidades Autónomas (mal) llamadas "históricas", en ninguna gobierna un partido nacionalista si se exceptúa la participación de Esquerra Republicana de Catalunya en el tripartito catalán. Si esto es o no un vaticinio de lo que esté por venir lo dirá el porvenir cuando venga. Lo que sí ha quedado diáfano en los días que precedieron a la votación de investidura en el Parlamento de Vitoria y en la misma votación de investidura es que separar al PNV del Gobierno del País Vasco ha sido más difícil y laborioso que despellejar la res muerta.

El PNV estaba tan identificado con el país (al fin y al cabo su bandera, la diseñada por su fundador Sabin Arana, es la oficial de Euskadi) que ninguno de sus miembros más prominentes parecía ayer haberse mentalizado de que ahora toca oposición. Calentó la sesión el indómito vascón, expresidente del Euskadi Buru Batzar (EBB), señor Arzallus, tan indignado de lo que estaba a punto de pasar (¡rayos y truenos, el PNV desplazado de Ajuria Enea por un español, un maketo, un gorrino!) que lanzó un par de bravatas, de esas que sirven para engrasar luego las tertulias de la Brunete mediática durante meses. Dijo el señor Arzallus que, de seguir las cosas así, con esta agresión españolista, acabaría habiendo "una rebelión" en el País Vasco. Siempre están amenazando con rebeliones pero jamás sucede nada. Sabiéndolo, el mismo Arzallus pensó en algo aun más creíble: no participar en las elecciones españolas. Será creíble para él porque eso, el PNV, que es muchas cosas y entre ellas una sociedad anónima, no lo hará jamás. Pero es prueba evidente del grado de enajenación y desquiciamiento en que se encuentran los jeltzales ante la sorprendente realidad de que un López ocupe la Lehendakaritza.

En su discurso -último, pues abandona la política- el señor Ibarretxe, tan irritado como el señor Arzallus, pero menos hirsuto, dijo también cosas peregrinas y explosivas. Negó que el Gobierno del señor López represente a la mayoría de la sociedad vasca que, según el expresidente, es abertzale, punto de vista en el que coincide -y no es el único- con el señor Otegi. Añadió, en típica escalada verbal, que el Gobierno del señor López subordinaría los intereses del País Vasco a los de España. Este modo de encarar las relaciones del País Vasco con España muestra que no hay contacto ni acuerdo posible entre los dos nacionalismos, el vasco y el español. Para éste último el interés de España es eo ipso el del País Vasco y viceversa. Para el vasquista, al revés, el interés de España y el del País Vasco no sólo no coinciden sino que son antagónicos.

Después del señor Ibarretxe habló el señor Egibar, portavoz oficioso de los excluidos abertzales y afiliado a la corriente soberanista en su partido, quien también se negó a aceptar el resultado y señaló que el gobierno del señor López no era una alternancia normal en Ajuria Enea sino el triunfo del PP que será quien verdaderamente gobierne en la sombra. A su vez, desde el otro lado de la trinchera, desde esa sombra, el señor Aznar no se privaba de decir que el señor López debe su cargo al camino iniciado en su día en el país Vasco por el señor Mayor Oreja, muñidor de la primera alianza de hecho del nacionalismo español frente al vasco en Euskadi.

En realidad, aunque tanto el señor López como el señor Basagoiti estuvieron muy conciliadores, sobre todo el primero que se pasó todo el tiempo hablando de su "mano tendida" es muy difícil no visualizar la situación en Euskadi como una de dos frentes: nacionalistas vascos contra nacionalistas españoles, con el inconveniente de que este segundo pone en el mismo bando a los dos partidos que están radicalmente enfrentados en España. Esta asimetría entre las alianzas nacionales y autonómicas no es infrecuente en Alemania en donde a veces, como ahora, gobierna una coalición de los dos partidos mayoritarios (coalición roja/negra) que están a su vez enfrentados en los Estados federados o Länder y no en todos pues en algunos también se da la alianza rojo/negro. El experimento es meritorio y no se ve por qué no habría de salir en España igual que en Alemania o Austria. Detecto una opinión muy extendida en el sentido de que otorga al experimento corto recorrido. En mi opinión, la combinación será duradera por cuanto cualquier otra forma era peor, excepto la que el mismo Palinuro propuso en un artículo de Público, titulado El embrollo vasco, esto es, una alianza del PNV y el PSE con los señores Ibarretxe y López de Lehendakari cada uno de ellos dos años. No fueron capaces de hacerla y a fe que pueden lamentarlo porque estos dos pueden terminar la legislatura pero eso no quiere decir que la repitan.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).