dimecres, 4 de març del 2009

Democracia a la cubana.

El compañero Raúl Castro ha decidido remodelar su gobierno y, tras consultarlo con su hermano Fidel, en una prueba más de que, así como hay patriarcados y matriarcados en el mundo, también hay adelfocracias, ha decidido prescindir de los servicios de algunos ministros (el de exteriores, Felipe Pérez Roque, y el Vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage entre otros), reorganizar ministerios e incorporar caras nuevas al ejecutivo. Hasta aquí, todo en orden: en cualquier país hay renovaciones ministeriales; unos van, otros vienen y la nave del Estado sigue. Lo peculiar en Cuba, como en todas las dictaduras, es que, aunque haya habido rumores con antelación, esta es la hora en que nadie sabe de cierto por qué estos buenos hombres, hasta hace poco ejemplares fidelistas, revolucionarios de pro y faros de la ciudadanía, han caído en desgracia. Ni lo sabrán. Esto es lo que se llama trasparencia y rendición de cuentas revolucionarias.

Las autocracias toman las decisiones en secreto y los ciudadanos, a especular. Todo lo que se sabe sobre las dos principales destituciones (la de Roque y la de Lage) es un críptico párrafo que el Comandante ha tenido a bien incluir en su acostumbrada homilía en el periódico Granma para ilustrar a su amado pueblo de título Reflexiones del compañero Fidel. Cambios sanos en el Consejo de Ministros, ni más ni menos, y que dice así textualmente: "Ninguno de los dos mencionados por los cables como más afectados, pronunció una palabra para expresar inconformidad alguna. No era en absoluto ausencia de valor personal. La razón era otra. La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos". Así que ya lo saben los cubanos: sus ministros son destituidos por "indignos" y sin rechistar. Esto último no me extraña, visto el clima de libertad de expresión que reina en la perla del Caribe, pero no se negará que ya es fuerte que a uno lo pongan de patas en la calle sin agradecerle los servicios prestados (se ve que Franco no acabó de enseñar maneras a Fidel) y llamándolo indigno. Por cierto, el resto del artículo del señor Castro en Granma va dedicado a jalear al equipo cubano de baseball que, según dice, ganará a los venezolanos de Chávez, que es lo verdaderamente importante y no esas futesas de los Roques y los Lages.

Democracia revolucionaria, sin duda alguna. Supongo que los habituales apologetas de la dictadura castrista, que hasta ayer ensalzaban la fidelidad, integridad y otras cualidades de los destituidos Roque y Lage, descubrirán ahora que, en el fondo, eran unos "indignos". Algo así como cuando Carrillo descubría de repente que su compañero de partidas de tute de toda la vida era un trotskysta, un "socialfascista" o un asqueroso "titista". Democracia proletaria. No la falsa "democracia" burguesa.


(La imagen es una foto de BalaSub, con licencia de Creative Commons).