dissabte, 7 de febrer del 2009

Os han pillao, tronkos.

NB: cada vez que en esta entrada se hable de algún delito o se le atribuya a alguna persona en concreto o en abstracto se entenderá matizado por los adjetivos "presunto" y "supuesto". En nuestro país rige el principio de presunción de inocencia y hasta el ladrón más desorejado tiene derecho a que se le considere persona honorable en tanto los tribunales no dictaminen lo contrario. Como en el caso de la trama de corrupción más o menos vinculada al PP están los procedimientos en sus inicios, hágase el favor de entender que aquí todo es "presunto" y "supuesto".


Por fin vuelven las cosas a sus cauces naturales. En esa (recuérdese: presunta) trama de corrupción que acaba de descubrirse con todo tipo de delitos hay ex cargos del PP, amigos del PP, conocidos del PP, allegados al PP y administraciones territoriales del PP. Y tiene pinta de ser un bombazo que va a convertir el partido en un cráter. Mira por dónde los otros asuntos del espionaje y las adjudicaciones a la remanguillé del gobierno de la señora Aguirre quedan reducidos a la mínima expresión informativa. Porque en esta trama flotan en el éter de la corrupción, el cohecho, el blanqueo de capitales miles de millones, a cuyo lado lo que hayan podido apañar los beneficiados de la CAM es calderilla.

Las aguas, como digo, a su cauce. Es lógico que salgan estos asuntos de supermangancia descomunal en el partido de la derecha porque la derecha es el partido tradicional de las fortunas, el dinero, las empresas, los pelotazos y los negocios blancos, negros o tornasolados. Cuando la corrupción aparece en los partidos socialistas, que suelen estar compuestos por pobres diablos y pringaos, como sucedió en los tiempos de Felipe González, quiere decir que algunos aprovechateguis, mangantes y arrastraculos, al estilo de Mariano Rubio, Luis Roldán, Urralburu u Otano, meten la mano en la caja común y se llevan unos cuantos millones. Malo, desde luego, condenable, sobre todo por el inmenso daño que hacen a la imagen de un partido con una tradición de izquierda. Pero nada en comparación con los pelotazos de miles de millones que organiza la derecha siempre que puede. Aquí y en todas partes. ¿Ha olvidado alguien que el Gobierno neocon del señor Bush en los EEUU estaba compuesto por mendas que eran accionistas o cargos dirigentes de las empresas tipo Haliburton a las que se encomendó primero la destrucción y luego la reconstrucción del Irak que ellos mismos ordenaron como dirigentes políticos y con las que se forraron como accionistas? Esa es la corrupción de la derecha.

Aquí, en España, la cosa iba en tono menor, casi como si el PP no quisiera estar a la altura de su alma reciamente derechista, como si de verdad estuviera tragándose el rollo centrista: que si el apeadero del AVE en Guadalajara está a trece kilómetros de la capital, en unos terrenos que son de la familia natural o política de la señora Aguirre; que si ese inverosímil campo de golf en pleno centro de Chamberí se hizo adjudicando la explotación y lo que sea a familiares y allegados del adjudicador, el señor vicepresidente del Gobierno, que si una recalificación aquí, una privatización allá, una concesión acullá. Calderilla. Menudeo. Cosa de poca monta. Era inverosímil que con tantos ayuntamientos y gobiernos regionales en manos del PP, con la permisiva legislación en materia de gestión del suelo que promovió el Gobierno del señor Aznar para que el personal pudiera hacer negocios, aun no hubiera aflorado ningún asunto realmente gordo, de esos de los que todo el mundo habla, al rebufo de la gigantesca burbuja inmobiliaria, no se supiera de ningún trinque majestuoso, de los de quitar el aliento y medir con la vara del realismo el fondo real de la acción política de la derecha.

Bueno, pues ya está aquí. Seis ciudadanos en los calabozos, una verdadera trama de corrupción (siempre supuesta, ¿eh? no fastidiemos) con decenas de implicados y ayuntamientos de buena parte de España. Y todo del PP. Como era de esperar para poder responder a la pregunta que todo el mundo se ha venido haciendo desde el comienzo de esta crisis: ¿a dónde ha ido a parar el dineral que se hizo con la burbuja inmobiliaria? Está claro, ¿no?: de un lado, a los paraísos fiscales estilo Islas Caimán, por donde al parecer cobra sus honorarios profesionales cuando menos un militante del PP, hasta ayer candidato en las próximas elecciones gallegas; de otro a los presuntos bolsillos de los presuntos mangantes que presuntamente se valen del PP para forrarse con presuntos miles de presuntos millones.

El pez más gordo de esta última operación desencadenada por el juez Garzón, al que hoy cubrirán de oprobio en todos los medios independientes de la derecha, es el señor Francisco Correa, empresario que organiza quilombos para el PP y que tiene algún tipo de relación con la familia Aznar puesto que fue testigo en la boda de la hija, aparte de estar presuntamente metido en un montón de presuntas trapisondas. Como el mundo es lo que es en punto a maledicencia, solidaridad y otras virtudes, el yerno del señor Aznar, don Alejandro Agag, se ha apresurado a dejar las cosas bien claras con la siguiente declaración con amenaza incluida: "Este señor era amigo mío pero hace mucho tiempo que no le veo. Quiero clarificar que no tengo ni he tenido ningún tipo de relación comercial o de negocios con él y si alguien insinúa lo contrario tendré que tomar medidas." Hace muy bien el señor Agag en tomar distancias y marcar territorios (lo que, de paso, prueba que las cosas deben de ser de avío), no vengan los habituales canallas a insinuar lo que no es cuando, como todo el mundo sabe, si uno necesita un testigo de boda, sale uno a la calle y pilla al primero que pasa.

Imagino que, a tenor del apartado "Y-tú-más" del manual de supervivencia política, los medios de la derecha volverán a batir el cobre como antaño con la letanía Filesa, Malesa, Time Export pero está presuntamente claro que al lado de esta operación de apandadores a la grande aquellos casos no son el chocolate del loro sino el alpiste del canario.

(La imagen, un cartel antiguo de una película del famoso Fantomas, procede de Wikipedia y está en el dominio público).