dimarts, 9 de desembre del 2008

Uno tras otro.

Da gusto ver lo bien que funcionan las fuerzas de seguridad del Estado a la hora de detener a esta panda de asesinos; y tranquiliza mucho. Se acabaron los tiempos en que la actividad de ETA tenía en jaque al Estado con cien o ciento y pico muertos al año, atentados, coches-bomba, secuestros... y las autoridades decían que el Estado acababa con ETA o ETA acababa con el Estado, es decir encaraban, aunque fuera hiperbólicamente, una hipótesis que ningún Estado de derecho puede admitir: que los criminales sean más fuertes que la ley y acaben imponiendo la suya. De eso ya no queda ni el recuerdo. Ahora las cosas son más sencillas: ETA se reorganiza como puede, da un golpe, asesina a una persona y en poco tiempo están los responsables entre rejas... y vuelta a empezar.

No sé cuánto tiempo más podrá aguantar así la organización terrorista. A sus partidarios civiles, que todavía quedan en el mejor de los casos entre viejos antifranquistas atornillados en el pasado y en el peor puros resentidos, les encanta decir que, mientras no haya una solución "política" y dado que ETA es la manifestación de un sentimiento de agravio popular muy fuerte, seguirá habiendo lucha armada, que es el nombre que dan a estas acciones de asesinar a sangre fría y a bocajarro a algún ciudadano en la vía pública.

Curiosamente sin embargo fue la propia ETA la que reventó el último proceso negociador en un evidente error de cálculo patente desde entonces, pues no ha vuelto a levantar cabeza. En los dos años transcurridos desde aquella tregua que tantas esperanzas hizo concebir ETA se ha encontrado sin recursos, sin capacidad de maniobra, sin apoyo social, sin eco político hasta el punto de que según propia confesión su acción ya sólo persigue volver a la mesa de negociaciones que ella misma volcó y sin querer reconocer que también eso es imposible. Ningún Gobierno español negociará nada con esta panda de criminales antes de que hayan dejado las armas y se hayan disuelto. Luego, los dioses dirán.

Porque lo que ha sido más llamativo en los últimos tiempos es la pérdida de legitimidad social del terrorismo directa o indirectamente expresada. Ya ni los curas en el País Vasco dan a entrever connivencia alguna con los asesinos y, para colmo de males, el Estado ha cerrado la puerta a los taimados intentos del PNV de cumplir el programa de ETA sin ETA pero con ETA. El señor Ibarretxe se ha zampado su plan dos veces y ahora sólo queda saber qué dirán las urnas en las próximas elecciones en el País Vasco. Es posible que gane un Partido Socialista que tendrá la obligación moral de gobernar en Euskadi y al que no se deberá dejar que vuelva a cometer aquel error histórico (¡eso sí que era estar acomplejado!) de ceder el gobierno de la comunidad al PNV.

Con los etarras en el talego y los jelkides en la oposición las circunstancias en el País Vasco cambiarán radicalmente.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).