De siempre ha irradiado Francia mucha influencia sobre Grecia; en la Sorbona se ha graduado parte importante de la élite griega y hay un intenso intercambio cultural entre los dos países. Por eso los disturbios actuales en diversas ciudades helénicas siguen de cerca el ejemplo de los que se produjeron hace unos años en las banlieux de algunas ciudades francesas, aunque su base sociológica sea distinta. Los inmigrantes franceses son los adolescentes griegos. El detonante, la extrema violencia policial, ha sido similar como lo están siendo las tácticas y procedimientos de enfrentamientos entre la policía y jóvenes manifestantes. La diferencia es que en Grecia la violencia es mayor que en Francia ya que no sólo arden coches si no también comercios.
En esta situación de enfrentamiento social tiene su importancia la crisis general capitalista que en Grecia golpea con especial dureza, dadas sus sempiternas debilidades estructurales. Sin duda la juventud (con un treinta por ciento de desempleo) es uno de los sectores más castigados; pero también los están las demás capas sociales, la clase media y sobre todo los trabajadores en un país tradicionalmente exportador de mano de obra que ahora se ha visto forzado a admitir una inmigración creciente proveniente de los antiguos países comunistas. La huelga general convocada para hoy por los sindicatos, especialmente el de funcionarios (condenados una vez más a pagar las políticas de austeridad del Gobierno conservador) y que, en principio, no tiene que ver con los disturbios juveniles, contribuirá a consolidar la ya muy extendida impresión de que las autoridades están desbordadas y el país se aproxima a una situación caótica.
No ayuda en nada el hecho de que el sistema político, la república instaurada en 1974, después de la dictadura militar y tras liquidar la monarquía, sea uno de los más corruptos de la Unión Europea, en paralelo con alguno de los países ex-comunistas. El símbolo es el hecho de que los dos dirigentes que se enfrentan en la única opción de alternancia viable, Costas Karamanlis, primer ministro conservador y Yorgos Papandreous, jefe socialista de la oposición, van por las sendas de sus respectivos parientes Constantino Karamanlis, tío del actual primer ministro y fundador de Nea Demokratia y Andreas Papandreous, el gran dirigente del Movimiento Socialista Panhelénico, PASOK, en los años ochenta y noventa del siglo pasado y padre de Yorgos. Una corrupción que todo lo invade, desde el sistema educativo al financiero y que Grecia no está en situación de permitirse por más tiempo.
De esta forma, en poco ayuda que los sondeos sean hoy favorables al PASOK frente a la Nueva Democracia y que Papandreous esté pidiendo elecciones anticipadas, dada la debilidad parlamentaria del gobierno conservador que tendría que revalidar su mandato en 2011. Muy probablemente el problema griego no sea ya cuestión de alternancia sino de refundación del sistema político que hoy agoniza impotente entre el nepotismo y el paternalismo.
Así que, bien mirado, es posible que Grecia vuelva a ser un ejemplo para los demás países del continente.
(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).