O la política del cañón giratorio. Maltratado por las encuestas, cuestionado en su propio partido, hostigado por los medios de comunicación afines y amenazado de malos resultados en las próximas consultas electorales, el señor Rajoy parece haber decidido que la mejor política es disparar a todo lo que se mueva, aunque los que se muevan sean los suyos.
Es difícil dar mayor espectáculo de incongruencia, falta de principios, oportunismo desvergonzado y escaso sentido del ridículo que el del grupo popular en el Senado apoyando la propuesta de ERC de devolver los presupuestos al Gobierno. El gesto es inútil y una perfecta pérdida de tiempo (y de dinero, claro) ya que el Gobierno los sacará adelante en el Congreso. En cambio deja al PP en la incómoda situación de tener que explicar por qué vota con un partido que considera inconstitucional, independentista, poco menos que aliado de ETA y a algunos de cuyos dirigentes quisiera ver procesados. Claro que los dirigentes del PP no acostumbran a dar explicaciones de sus actos; ni siquiera a sus afiliados o cargos representativos, como se comprobó cuando el señor Aznar metió al país de lleno en una guerra consultando la decisión con el cuello de su camisa. Pero es precisamente esa incongruencia, ese estar dando tarascadas a diestro y siniestro sin una línea clara y definida las que hacen que el PP no suba en intención de voto en los sondeos a pesar de que el gobierno del PSOE ha de habérselas con la que probablemente sea la peor crisis económica desde comienzos del siglo XX.
Es difícil dar mayor muestra de incongruencia, sí; pero no imposible. El mismo partido batió su propia marca registrando para hoy una veintena de preguntas al Gobierno acerca de los vuelos de la tortura de la CIA a Guantánamo. Decía ayer Iñaki Gabilondo en la Cuatro que estos preguntadores siguen el ejemplo de su maestro el señor Aznar y, como él, tienen el rostro de cemento. El rostro de cemento y las meninges planas, también como el maestro, porque los van a hacer picadillo. Los vuelos de la tortura fueron autorizados por el gobierno del señor Aznar con pleno conocimiento de lo que se trataba. Siguieron luego durante el gobierno del señor Rodríguez Zapatero pero éste tiene una excusa formidable, una coartada indestructible consistente en decir que no sabía nada ya que nadie lo informó en el momento de la trasmisión de poderes y, además, quienes trasmitían tales poderes, probablemente sustrajeron toda la documentación al respecto, dejando al gobierno a la luna de Valencia. Así que estos diputaditos van a aprender en carne propia la diferencia que va del Gobierno a la oposición instalándose en la posición del gobierno anterior y dejando que éste de ahora se convierta en oposición. Y gratis.
(La imagen es una foto de Contando Estrelas, bajo licencia de Creative Commons).