diumenge, 21 de setembre del 2008

La famosa guerra contra el terror.

El mayor atentado en la historia de Islamabad, un camión repleto de explosivos contra el hotel Marriott, en el centro del distrito gubernamental, con más de sesenta muertos y de doscientos heridos tiene el valor de un colofón a una serie de acontecimientos que revelan la complejidad e inestabilidad de este país y de la zona del planeta en que se encuentra. Hace escasos diez días que las agencias internacionales anunciaban a tambor batiente que el nuevo jefe de Al Qaeda en Pakistán y algunos de sus más estrechos colaboradores habían muerto en un ataque con cohetes de tropas estadounidenses en el norte del país. Lo suficiente para levantar indignación entre una población que, en su mayoría, no ve con buenos ojos la estrecha alianza de su país con el Satán infiel, primero durante la dictadura de Pervez Musharraff y ahora bajo la presidencia del viudo de Benazir Bhuto, Asif Ali Zardari, no menos sumiso a los gringos que su predecesor. A tanto subía la tensión que, horas antes del atentado, el Presidente comparecía en sesión conjunta de ambas cámaras del Parlamento a jurar que su gobierno no toleraría injerencia alguna de tropas extranjeras en suelo paquistaní a cuenta de la guerra contra el terrorismo. Asimismo pidió una reforma de la Constitución para reducir algunos de sus amplísimos poderes, heredados de Musharraff. Pero eso es asunto baladí.

Aquí lo esencial es que el principal aliado de los EEUU en la zona está tan minado por el terrorismo de Al Qaeda como cualquiera de los Estados limítrofes y que, por otro lado, ese terrorismo, lejos de disminuir, aumenta. A ello ayuda, y mucho, esa inteligente diplomacia estadounidense que consiste en empujar al Pakistán en contra de Al Qaeda en Afganistán al tiempo que se queja amargamente de que los gobernantes del país (ayer Musharraff y hoy Ali Zardari) no hacen lo suficiente en la guerra global contra el terrorismo cuando lo que están consiguiendo, como se acaba de ver en el caso del Marriott es que éste se haya extendido ya en el país. Otro éxito más para el cabeza del trío de las Azores.

Y ese terrorismo no sólo aumenta, sino que se radicaliza, aunque parezca imposible. En el vídeo de hora y media que sacó Al Qaeda para celebrar el aniversario del 11 de septiembre y que se difundió en las cadenas de Al Jazira y Al Sahab, ese en el que se decía cuáles habían sido sus planes en Barcelona, y se hace un repaso a la situación de la guerra santa contra el infiel en el mundo, la organización terrorista sostiene que el Irán colabora con los EEUU y predice la derrota estadounidense en el Afganistán. Preguntado el número dos de Al Qaeda (Osama Bin Laden no aparece en esta entrega) qué opinión le merece el hecho de que, por fin, la cantidad de atentados en el Irak esté disminuyendo contestaba que en estas cosas "hay altos y bajos".

Esa "guerra contra el terror", proclamada por los EEUU con su bombástica tendencia a la hipérbole estaba perdida desde el mismo comienzo. La única forma de salir de ese atolladero es volver a un orden internacional multilateral en el que tengan primacía la diplomacia y las Naciones Unidas y desaparezcan las aventuras imperialistas, tanto las de rapiña directa como las que se disfrazan de razones humanitarias. Lo cual es una perspectiva poco probable.


(La imagen es una foto de katutaide, bajo licencia de Creative Commons).