Con motivo de la última sentencia del Tribunal Supremo en la que se declara fuera de la legalidad al partido Acción Nacionalista Vasca (ANV) escuché a una digna miembra de la izquierda patriótica cuyo nombre no he conseguido retener declarar que la decisión judicial era una muestra más del estado de excepción que vive Euskal Herria.
¿Estado de excepción? Sin duda la declarante hablaba de oídas cosa a la que son tan aficionados los nacionalistas vascos dizque de izquierda pues, que yo sepa, no hay declarado estado de excepción alguno en el País Vasco. Lo que hay, tanto ahí como en el resto de España, es una Ley de Partidos Políticos en vigor que nos parecerá mejor o peor, pero es una ley ordinaria que no configura excepcionalidad alguna sino algo elemental que todo el mundo entiende en todo el planeta y ello es que, si determinado comportamiento es delito, quienes lo amparan, fomentan o colaboran con él, son delincuentes también. En el País Vasco, en España y en el Himalaya los cómplices de los delincuentes son delincuentes.
Bien. En España (y no solamente en el País Vasco) opera una organización de asesinos dedicada a matar a la gente por pensar de forma que a ellos no les gusta. O sea, una organización de delincuentes. Está claro que quienes colaboren con tal organización serán delincuentes también. Por supuesto. Y habrá que perseguirlos y encarcelarlos, digo yo. Por supuesto de nuevo. Pero ¿para qué hace falta una ley especial para proceder a algo tan obvio? Muy sencillo, porque los cómplices y colaboradores de los asesinos en el País Vasco no actúan individualizadamente sino a través de organizaciones aparentemente legales, aparentemente destinadas a otros fines pero orgánicamente integradas en la de los asesinos, y los jueces necesitan de una norma especial que los habilite para proceder contra esas organizaciones criminales a las que no se puede procesar en la vía penal ordinaria por ser personas jurídicas. Porque, que estas organizaciones sean instrumentales para las actividades delictivas es algo que deben decidir los jueces, ¿verdad? y no el Gobierno, ya que España es un Estado de derecho. ¿En dónde está pues el estado de excepción?
Se lo diré a Vds., pacientes lectores: está en esa estólida insistencia de los independentistas vascos en tratar de engañar a la gente y jugar a la hipocresía de afirmar que ilegalizar ANV o meter en la cárcel a los componentes de las "Gestoras pro-amnistía", filiales de la casa madre de pistoleros no es democrático. Es un intento estúpido y sobre todo hipócrita como es hipócrita la actitud de las otras fuerzas nacionalistas vascas que como siempre que se procede judicialmente contra ETA y su conglomerado de organizaciones a sus órdenes, ponen el grito en el cielo y boicotean toda medida que se adopte contra esa lacra.
Porque está bien claro: según la doctrina Garzón que es de puro sentido común ETA no es solamente la nómina de pistoleros que la componen sino también una red de empresas subsidiarias, organizaciones paralelas, servicios de apoyo que operan en aparente legalidad pero contraviniendo la ley. Exactamente igual que en el caso del crimen organizado, por ejemplo, los narcotraficantes no son solamente la lista de criminales en nómina directa sino una red de empresas, entidades y organizaciones que cumplen diversos cometidos como distribuir la mercancía, proporcionar cobertura a los delincuentes, blanquear dinero, ajustar cuentas... Y cada vez que los jueces determinan culpabilidades, las organizaciones se cierran y sus miembros individuales reciben condenas penales. ¿Por qué había de ser distinto en el País Vasco? Si los señores de ANV colaboran con ETA son ETA y lo mismo los del PCTV (si así se prueba) o los de las famosas Gestoras.
Y una prueba más de que esto es así y que suelo señalar es que todo el mundo lo entiende, incluso en el País Vasco y, fuera de sus amigos del PNV, nadie se moviliza en la calle en contra del supuesto "estado de excepción". Es tan desvergonazada la hipocresía de pretender delinquir impunemente que, cuando actúan los tribunales y envían a los delincuentes a la cárcel, nadie se mueve en el País Vasco. Esas torvas amenazas que suelen formular los cómplices de los asesinos o quienes les bailan el agua de que si se encarcela a éste o a aquel o se procede contra tal partido o tal otra colectividad, Euskadi arderá por los cuatro costados son puro wishful thinking. Ni por lo cuatro ni por uno. No pasa nada. Los señores de las gestoras condenados a diez años van a tirarse diez años en chirona en función también de unas normas arregladas específicamente para que los cómplices de terroristas sufran un debido castigo.
También suele oírse por ahí que esas normas de cumplimiento penitenciario son una prueba más del estado de excepción en el País Vasco. De nuevo falso como un dólar tibetano. Dichas normas, como la Ley de Partidos rigen en toda España por igual y se aplican a todos los ciudadanos españoles vivan en donde vivan.
Por lo demás parece que en la banda hay movida. Un par de presos cuestiona la estrategia de la organización que, al seguir como hasta la fecha, garantiza que los seiscientos reclusos etarras (más o menos) van a pasar en la cárcel la duración real de sus condenas. Es de esperar que a medida que pase el tiempo las voces de los presos se oirán más y más. Lo que vaya a pasar en el seno de la banda es una incógnita.
A los dos días del revolcón del Tribunal Supremo al inteligentísimo plan para colar de matute la independencia del País Vasco sin que los demás se enteren, ETA puso una bomba lapa en los bajos del coche de un policía que no ha muerto por casualidad. ¿Qué se puede hacer con una gente tan lerda que piensa que los lerdos son los demás y no cree que deba cambiarse algo (y mucho y muy profundo) en las formas de convivencia de la sociedad vasca?
Porque el único estado de excepción real, material, que yo conozco en el País Vasco es el de la gente que ha de andar con escolta desde hace años, el de las personas que no pueden ir tranquilamente por las calles siempre que salen a ella los energúmenos y gamberros de la llamada kale borroca o actividades afines. Eso sí que es estado de excepción.
(La imagen es una foto de Brocco Lee, bajo licencia de Creative Commons).