dilluns, 26 de maig del 2008

Curas y banqueros.

Escaso respiro el del Gobierno sociata. Ya están los curas otra vez en la calle, con sus obispos y cardenales por delante en pie de guerra contra todo lo que no les gusta que es mucho. Ayer, festividad del Corpus, monseñor Cañizares y monseñor Rouco Varela salieron diciendo que en este país se ataca e insulta a la Iglesia católica. Lo dicen ellos que tienen una emisora de radio exclusivamente dedicada a insultar a los demás empezando por el Gobierno, siguiendo por el alcalde de Madrid, continuando con todos los nacionalismos y terminando con el presidente del PP.

Sostienen asimismo los monseñores que en España el Gobierno y sus aledaños (espero que no el señor Bono) y en todo caso los ateos han declarado "la muerte de Dios". Valiente sinsorgada: esa la declaró Nietzsche hace mucho tiempo y antes que él los clérigos católicos, encabezados por el Gran Inquisidor que ordenó ejecutar a Cristo retornado al decir de Dostoievsky. Los ateos no pueden declarar la muerte de Dios porque para que alguien muera antes ha de haber vivido, cosa que ellos niegan enfáticamente en el caso de Dios. En cuanto a los agnósticos como un servidor el asunto nos parece irrelevante: cuando los curas demuestren fehacientemente que Dios existe veremos qué pasa con su hipotética muerte.

Todo ello no quita para que la jerarquía española vuelva por lo bravío cual acostumbra. Ese viajecito a Roma con parada y fonda en casa del embajador ante la Santa Sede, el socialista beatorro señor Vázquez la ha puesto a cien. Pero no hay que dejarse engañar. Nada en la Iglesia es casual, espontáneo o improvisado. Ese ex-abrupto indica que los obispos están echando una mano a la Cope en su lucha por imponer el dogma tridentino al PP. Están dando una patada a Rajoy en el trasero del Gobierno. Han salido a la calle porque no hay tiempo ni lugar de movilizar a la otra fuerza de choque, la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

No me extrañaría nada que, aprovechando il risorgimento eclesial, la señora Aguirre anunciara su candidatura a la presidencia del PP. Malhaya a los ateos, masones y herejes que han usurpado el gobierno de la católica España.

La ocasión la pintan calva: ¿no es el momento de denunciar el Concordato y acabar con los vergonzosos acuerdos educativos, económicos y culturales de 1979? Por favor, que no le pregunten a la señora De la Vega, que me parece tan rendida al boato Vaticano como su conmilitón el señor Vázquez. Que lleven la iniciativa los ministros señores Moratinos y Bermejo, pero que se acabe esta situación de privilegio de una institución cuyos miembros carecen de todo respeto hacia las creencias (o no creencias) morales de sus compatriotas.

¡Ah! Y recuérdese que poner la equis en la declaración de la renta es financiar a los propietarios de la Cope.


El paso por España del señor Warren Buffett, el hombre más rico del mundo según Forbes está lleno de sana doctrina de la que es posible aprender mucho. Me gustan estos millonetis, como George Soros (quien por cierto hace el número 97 en esa lista) porque, habiendo alcanzado lo que quieren en la vida, hablan sin pelos en la lengua y, diciendo la verdad o al menos lo que piensan de verdad de las cosas, dada su experiencia, astucia y conocimiento de la realidad, suelen dar en el blanco. Asegura el señor Buffett que la culpa de la actual desaceleración o amenaza de recesión o recesión o crisis o lo que diablos sea lo que se nos viene encima la tienen los bancos.

Naturalmente los bancos que, añado yo, serán los que se beneficien de la situación en mucha mayor medida que nadie. Los bancos que han estado jugando sucio y llevándose unos beneficios astronómicos todavía hasta fines del año 2007. Algunos sí ven peligrar sus ganancias pero otros, por ejemplo los españoles, han acumulado ingentes beneficios precisamente durante la crisis o quizá a causa de ella.

Se me ocurre sin embargo que los bancos no hacen otra cosa que lo que han hecho siempre: forrarse y que por lo tanto el ataque del señor Buffett no hace plena diana. Los bancos se limitan a aprovecharse de una situación dada. Esto es, son los beneficiarios y culpables sólo de modo mediato. El desastre no tiene culpables específicos sino que es el propio sistema capitalista en su conjunto; es la globalización; es la internacionalización del capital (ya es irónico que el viejo "internacionalismo proletario" haya dejado el lugar al internacionalismo bancario); es la libertad de circulación del capital especulativo; es la falta de la más mínima regulación de los flujos de capital en el mundo entero.

La culpable del desastre es la situación misma que permite que el señor Warren Buffett, con todo lo simpatico que me cae, pueda estar en España sin impedimento alguno, dispuesto a comprar las empresas españolas más suculentas para engrosar una fortuna que ya excede de los sesenta mil millones de dólares. Cierto que el señor Buffet deja casi el 85% para fines filantrópicos, pero ¿para qué quiere más dinero esta reencarnación del "banquero anarquista"?

La primera imagen es una reproducción de una ilustración de Frantisek Kupka para la portada de la revista satírica anarquista L'assiette au beurre 1902; la segunda, la portada de un libro de George Grosz sobre La clase dominante, de 1921).