dilluns, 7 d’abril del 2008

Se fue Moisés.

Llevaba mucho tiempo muy cascado. En las imágenes de la peli de Michael Moore, Bowling for Columbine, de 2002, se le veía doblado porque tenía algún problema de cadera. Si salía en la peli de Moore era por ser presidente de la National Rifle Association, el lobby de las armas de fuego en los EEUU. Ya se sabe, el lado bronco de Charlton Heston, lo que no gusta en los círculos ilustrados, lo de pregonar el libre uso de las armas de fuego en la sociedad. Y eso que el hombre había cambiado su opinión política, pues de joven era de izquierda. Pero luego, como sucede con frecuencia, se pasó a la derecha.

Por lo demás, todo el mundo lo adora. Parece que se le haya pegado algo de la grandeza de los personajes que interpretó en vida: Moisés, Miguel Ángel, El Cid, Ben Hur, San Juan Bautista o Marco Antonio. Él mismo decía de sí que, después de haber interpretado a dos profetas, dos guerreros y un genio, no era de extrañar que tuviera problemas con su ego.

Nunca me gustó mucho. Siempre me pareció una especie de John Wayne de segunda. A Heston solían emparejarlo con mujeres bellísimas, como Sofía Loren o Ava Gardner mientras que a Wayne lo emparejaban con otras que parecían su madre, como Maureen O'Hara. Y es que las mujeres se enamoraban del Duque por lo bruto pero buena persona que era, mientras que Heston las conquistaba a fuerza de guapo como el que no quería la cosa.

De todas formas, desde luego, qué papeles interpretó. El Moisés de Los Diez Mandamientos aguanta las tres horas y media de la película. Cecil B. de Mille había rodado una versión en 1923, pero sólo se contaba la mitad de la vida de Mosés y luego se hablaba de los mandamientos. Yul Brinner era el faraón Ramsés, que lo bordaba.

Hay que ver la de cosas que se añaden a la historia del Cid y Heston está siempre magnífico, aunque queda claro como mensaje subliminal que sólo conoce a la hermosa doña Jimena una noche. Los héroes han de ser castos y leales a su Señor. La esencia del código medieval.

En Ben-Hur se superó a sí mismo y nadie que haya visto la carrera de cuadrigas con su amigo/enemigo Messala (Stephen Boyd) negará que se trata de uno de los grandes momentos del cine. Al margen queda el elemento sacro, que tanto abundó en la obra de Heston. A él lo que le iba era la bronca. En el discurso que soltó al despedirse de la presidencia de la NRA, levantando un rifle sobre su cabeza dijo: "¡Si el señor Clinton pretende quitarme la segunda enmienda de la Constitución tendrá que hacerlo de mis manos muertas y frías!"

No estaba mal en el papel del policía bueno en Sed de mal pero interpretando Orson Welles al policía malo, el bueno no parecía bueno, sino tonto.

(Las imágenes están en Wikipedia y se emplean de acuerdo con los términos de Wikipedia:Non-free content).