dimecres, 16 de gener del 2008

Salió el mormón.

Las primarias de ayer en Michigan eran decisivas para Mitt Romney, que se jugaba seguir en la carrera por la nominación o retirarse. Una derrota en el Estado en que nació y creció y en donde su padre fue gobernador tres legislaturas hubiera sido una catástrofe, después de las sufridas en Iowa y New Hampshire. Y no se ha producido sino que ha salido ganador con una ventaja de unos diez puntos sobre su inmediato rival, John McCain, que pretendía renovar su triunfo del año 2000 sobre George W. Bush en ese mismo Estado. El tercero, con un 16% ha quedado el cura ultramontano Huckabee, pero lo suficiente para mantenerlo en la lid hasta el próximo cinco de febrero.

El resultado de Michigan ha dejado la situación más abierta que nunca en el campo republicano. Huckabee venció en Iowa, McCain en New Hampshire y Romney en Michigan y también lo había hecho en Wyoming, victoria a la que casi nadie prestó atención, pero que ahora cobra una dimensión mayor y el candidato se crece aun más si recordamos que, a diferencia de New Hampshire, las primarias de Michigan son mayoritarias, esto es, el ganador se lo lleva todo. La contienda del "supermartes" promete ser apasionante.

En el campo demócrata, de los tres candidatos con posibilidades sólo se presentaba la señora Clinton (que ha obtenido el 56,6% del voto) ya que los señores Obama y Edwards renunciaron desde el momento en que, al celebrar el Estado unas primarias tempranas ilegales, el Comité Nacional del Partido le ha arrebatado todos los delegados, de forma que la victoria de la señora Clinton es meramente nominal. En el campo republicano pasa algo parecido, aunque no idéntico. También el Comité Nacional ha castigado al Estado por el mismo motivo, pero sólo le ha quitado la mitad de los delegados, de forma que el señor Romney se ha llevado treinta, pudiendo haberse llevado cincuenta y siete.

Aquí hay otra cuestión que explica por qué las elecciones en los EEUU son tan complicadas. Al ser abiertas las primarias republicanas, muchos demócratas han acudido a votar a ellas y se calcula que lo han hecho por Romney con el objetivo de fastidiar a McCain, al que consideran un adversario más temible que el mormón millonario. Esto es lo que explica por qué muchos se niegan a admitir las primarias abiertas y por qué las previsiones y los cálculos resultan tan complicados en las elecciones yankees.

La imagen de la derecha es una divertida broma que apunta en el sentido de los que dicen que todos los candidatos son iguales, etc. No comparto el punto de vista: todos los candidatos no son iguales ni mucho menos, pero el chiste tiene gracia. Que no todos sean iguales se observa en la bronca montada en el campo demócrata con los asuntos raciales. Que si Mrs. Clinton dijo, que si Mr. Obama contestó, a propósito de Martin Luther King, de venerada memoria entre los negros estadounidenses. Ahora, la derecha cristiana salvaje yankee se ha echado encima del señor Obama a raíz de una columna de Mr. Richard Cohen en el Washington Post, titulada Obama's Farrakhan Test en la que se viene a decir que, como el señor Obama pertenece a la Iglesia Unida Trinitaria de Cristo, de Chicago que distinguió con un premio el año pasado al señor Louis Farrakhan, necesariamente compartirá los puntos de vista islamistas radicales, racistas y antisemitas del señor Farrakhan. El real peligro para el señor Obama, a quien sus enemigos llaman Osama (llamándose él mismo, recuérdese, Barack Hussein Obama) no es ser negro, sino la acusación de islamismo... en los EEUU. Y aquí es donde, por más que me digan lo contrario, tiendo a ver la larga mano de los Clanton, quiero decir, perdón, de los Clinton.