dissabte, 12 de gener del 2008

Presunción de inocencia II.

Exactamente igual que los dos presuntos asesinos Portu y Sarasola son inocentes en tanto no se pruebe lo contrario en función de la presunción de inocencia, también lo son los guardias civiles que participaron en la detención y posterior tramitación de los dos jóvenes. Los guardias son inocentes mientras no se pruebe que hayan torturado. Que se pruebe o no dependerá de lo que dictamine la justicia, que para eso está. Pero ha de decidirlo la justicia y no una instancia administrativa o incluso política. Los derechos de los detenidos deben ser salvaguardados escrupulosamente. Tanto como los de los ciudadanos en libertad o más incluso ya que aquellos están indefensos.

Ha de averiguarse si ha habido torturas o malos tratos, en el entendimiento de que la separación entre las unas y los otros es porosa. Porque la tortura tiene una prohibición absoluta en el artículo 3 de la Convención Europea sobre Derechos Humanos de 1950, una prohibición recogida en otros instrumentos internacionales, incluido un Convenio de las Naciones Unidas en contra de la Tortura, pues se trata de uno de los llamados delitos o crímenes contra la Humanidad. Tiene que haber una investigación del caso y ha de ser judicial. Asimismo debe substanciarse la responsabilidad política, que va por otros derroteros.

Aquí se dijo hace un par de posts que el ministro del Interior debería dimitir de haber sospecha de tortura. Desde luego, si los jueces deciden que puede haber materia penal en lo que lleven investigado, creo que, efectivamente, lo que corresponde es que dimita el señor Rubalcaba. Máxime porque salió en un primer momento respaldando sin dudarlo la versión de la Guardia Civil que ahora aparece en entredicho con pruebas substanciales. El juez aprecia coincidencias en las declaraciones de ambos detenidos y la declaración del testigo tardío algún peso tendrá. Según parece, es pariente de un sanguinario etarra, pero serán también los jueces quienes dirán si tal parentesco es suficiente para anular el valor probatorio de su declaración.

Materia penal, parece haberla, pues. Y yo no soy quién pero pienso que el ministro del Interior debería poner su cargo a disposición porque aquí, en España, no se tortura, no se puede torturar y, si sucede, tiene que ser algo tan extraordinario e insólito que fuerce la dimisión del responsable político.

Tengo pocas dudas respecto a cuál sea el futuro penal de los señores Portu y Sarasola. Y lo digo porque prácticamente el cien por cien de los detenidos por terrorismo que la policía española pone a disposición de los jueces con sus correspondentientes acusaciones se convierten en condenados a largas penas de prisión. Sucederá seguramente lo mismo con estos dos pájaros a quienes se imputa la voladura de Barajas por lo que pasarán gran parte del resto de su vida, que deseo larga y feliz, entre rejas.

Pero, si han sido torturados, aquí tiene que pasar algo gordo; no vale con expedientar a los guardias; no se le puede dar carpetazo. Por lo mismo por lo que, si Portu y Sarasola resulta culpables, pasarán largos años encerrados, por justicia. Si los guardias han torturado deben pagar en consecuencia y, con ellos, todos los responsables en la línea de mando hasta su cúspide, que restrinjo al ministro porque es lo que señalan las convenciones parlamentarias europeas.

Ya sé que nadie necesita que lo ilustren sobre lo que sea la tortura. Pero una cosa es decir que se sabe porque uno lo imagina y otra cosa es verlo. Así que ahí dejo un vídeo que he encontrado en la red de unas presuntas torturas infligidas por la policía egipcia a una detenida acusada de asesinato. No puedo dar fe de la procedencia porque las explicaciones están en árabe, lengua que desconozco. Los comentarios, muchos en inglés de árabes, dan por supuesto que el vídeo es genuino. Si se pincha dos veces sobre la imagen se accede directamente a Youtube y puede verse la segunda parte del mismo vídeo, si se tiene aguante. Aviso de que es bastante desagradable.

En fin, no es por fastidiar pero entiendo que entre meter a alguien la cabeza en el agua en un río o hacerle la garrocha, la diferencia es cosa de matices. El veneno es cuestión de cantidad, decía Paracelso. Una observación que me parece genial.

(La imagen del comienzo es una de las famosas fotos de Abu Ghraib, centro de torturas de los EEUU sobre prisioneros de guerra iraquíes. Imagino que no tendrá derechos de autor).