¡Pero hombre! ¿Era necesario montar otro "comité de sabios" (que son como el oráculo de Delfos) para dar con una letra del Himno Nacional? ¿Era preciso molestar a ese meritorio Juan Español, parado ciudadrealeño para que sembrara de vaciedades el texto? ¿Acaso no existía ya una letra? ¿Cómo podemos ser tan olvidadizos? Somos un país de gentes despreocupadas, desmemoriadas, ignorantes de los tesoros morales de ejemplos, heroicidad e hidalguía que hemos recibido de nuestros antepasados y que dilapidamos alegremente en una quermés de autonomías que, como dice ese prócer, señor José María Aznar, que ese sí, mil himnos mereciera, son una "charlotada". ¿Por qué hemos de encargar al estro de un solo español -que será muy españolazo, no lo dudo, pero es solamente uno- lo que el venero de la raza ya había producido con esa voz anónima del pueblo que surge en los momentos álgidos de nuestra historia?
He aquí la verdadera, prístina, original letra del himno español, la que mis padres me inculcaron con ánimo de hacer de mí un patriota, encomendándome que la trasmitiera a mis hijos en tiempos del invicto Caudillo, cosa que hice en la esperanza de que siga siendo aceptable para las generaciones venideras. Una letra sostenible, vamos:
"Pero hombre, caramba,No me digan que no es perfectamente cantable a voz en cuello en todos los estadios deportivos del mundo y que no es una letra que nos unifica a todos sin blandenguerías ni cursilerías.qué cara tan estúpida que tiene Vd.;
parece un animal.
Bruto, zopenco, cernícalo, podenco;
cualquier día de estos va Vd. a rebuznar."