Hasta los analistas financieros se han enterado ya de que esta crisis es crisis de confianza o sea, de crédito porque la confianza es la base del crédito. Y por ahí sigue la doctrina de que en algún momento hemos de enterarnos de quiénes están pringados en los subprimes y, mientras no haya trasparencia total, seguirán los sobresaltos como los batacazos y rebotes de las bolsas la semana pasada.
Pues sí, está claro; pero hay otra vía de acceso a la información con la que hasta ahora nadie ha parecido contar, que es la judicial. El ministerio fiscal del Estado de Nueva York ha empezado una investigación acerca de qué fondos, qué bonos, quiénes están "contaminados" por los subprimes y ahí van a salir muchas cosas sobre todo porque parece que una agencia tasadora de la solidez de los préstamos hipotecarios para los bancos de inversores colabora con el ministerio público. Está claro que ya no se trataría de simples errores de cálculo o decisiones poco avisadas sino directamente de delitos. Es posible que los bancos de inversiones ocultaran a los clientes la información de que disponían sobre la salud de los productos que les estaban colocando.
La crisis, se dice, es financiera, como si se quisiera decir: no hay cuidado, no tocará a la "economía real" y, por lo tanto, no afectará a la vida de la gente. Lo cual no es decir nada: claro que es financiera y muy centrada en el sector inmobiliario porque ese capital financiero se ha hecho a base de hipotecas. Si las hipotecas fallan, ¿cómo diablos no va a verse afectada la vida cotidiana de la gente?
(La foto es de xeni's photos y con una licencia Flickr).